En uno de los hechos más referenciados en los recuentos sobre la historia mundial reciente, los sucesos ocurridos en la Beijing, la capital de China el 4 de junio e 1989, y en particular en la Plaza de Tiananmen, sigue siendo, y quizá cada vez más, un hito sobre el que se seguirá hablando y debatiendo.
Más aún, cuando todo indica que el centro de la hegemonía global continuará trasladándose desde Estados Unidos hacia el populoso y cada vez más poderoso país oriental. Con el fin de seguir aportando al conocimiento sobre la historia y actualidad de la República Popular China, aquí abordamos el contexto y las características del ciclo de protestas y manifestaciones entre abril y junio de 1989 en China, y en específico, los hechos del 4 de junio.
El contexto. El fallecimiento de Hu Yaobang y las movilizaciones estudiantiles
Si bien, como en todo proceso de movilizaciones y revueltas populares, hay causas profundasy de largo y mediano plazo, el detonante de las movilizaciones que derivaron en los hechos del 4 de junio de 1989 en Tinanmen, se inicia a mediados de abril, con el fallecimiento Hu Yaobang, referencial dirigente del Partido Comunista y en algún momento, posible reemplazo de Deng Xiaoping. Hu Yaobang había sido Presidente del Comité Central del Partido Comunista de China entre 1981 y 1982, y luego, Secretario General del Partido hasta enero de 1987. En ese momento, Hu Yaobang es sacado de la primera línea del Partido, tras las protestas estudiantiles de ese año, siendo además considerado un representante de la línea favorable a reformas de apertura al capitalismo global y a propuestas liberales.
Hay que señalar que esa tendencia de reformas hacia el capitalismo ya había sido iniciada en muchos planos por el mismo Deng Xiaoping en 1987, y lo que se debatía, eran los términos de esa recomposición del modelo del «socialismo con características chinas», aunque había en el arco político también una izquierda que se oponía a tal dirección, defendiendo una idea más ortodoxa y apegada a la era conducida por Mao Tse Tung, y una derecha que más que un «socialismo con características chinas» quería virar hacia un régimen liberal y más cercano a una apertura sin límites hacia los modelos occidentales.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en los «socialismos reales» de la URSS y la Europa Oriental, el sistema socialista chino mostraba dinamismo y anclado a otros tiempos y tendencias, que iban llevando progresivamente a China a recuperar su histórico poder, nublado o interrumpido desde su subordinación a las potencias europeas y estadounidense desde el siglo XIX, cuestión que se instaló ya de manera nítida con las Guerras del Opio entre 1839 y 1942, y luego entre 1856 y 1860.
Esto es relevante a la hora de juzgar tanto los sucesos de 1989 como toda la trayectoria de existencia, hasta la actualidad, de la República Popular China: No se trata sólo de un sistema «socialista» conducido por el Partido Comunista al modo leninista y marxista, si no que un sistema político cuyas características propias remontan a la larga historia china y a las características sociales, culturales y económicas de larga data en una sociedad milenaria y con una enorma cantidad de seres humanos desde hace siglos.
Con ese contexto, y volviendo a a los hechos de 1989, podría decirse que las manifestaciones tenían una alta heterogeneidad de posturas y actores, y aunque estaban encabezadas por los estudiantes, no es cierto que se trataba, en la mayor parte delos manifestantes, de una oposición desde afuera contra todo el sistema entonces existente, si no que más bien era una disputa por dentro de la conducción de aquél. Aquello queda bastante claro con la causa más directa o detonante de las movilizaciones, que fue el mencionado fallecimiento de Hu Yaobang el 15 de abril de 1989. A partir de entonces, una creciente movilización fue semana tras semana captando la atención internacional, llegando a principios de junio con un escenario candente y convulso, con protestas que tenían su centro en la Plaza de Tinananmen.
El 4 de junio de 1989. Protestas, enfrentamiento, y la supuesta «Masacre de Tiananmen»
Los sucesos que aquí describimos son frecuentemente asociados al tantas veces repetido video donde un hombre se pone delante de una fila de tanques en la Plaza de Tinanmen, impidiendo su trayectoria y obligando a estos a frenar y doblar. La escena es la principal asociación visual ante los hechos. A aquello, además, se agrega una idea que se repitió desde un comienzo entre la prensa dominante occidental: «la masacre de Tiananmen».
Lo cierto es que a contrapelo de ese relato, todo indica que si bien hubo una fuerte intervención de fuerzas militares, incluyendo la utilización de tanques que en varias hileras fueron entrando a la capital china hacia la céntrica Plaza de Tiananmen, no hubo en ese lugar ninguna «matanza» ni «masacre».
Numerosos indicios dan muestra de eso, bien recopilados por en el texto «La masacre de Tinanmen», de Wei Ling Chua («The Tiananmen “Massacre”?», en Dissident Voice, mayo de 2017), que pasamos a reproducir íntegramente:
«Cuando buscamos información en internet sobre la “masacre de Tiananmen”, hay cientos de miles de enlaces a libros, noticias, artículos y vídeos que describen los hechos como una “masacre”; incluso la mismísima Enciclopedia Británica cita a medios de comunicación occidentales que describen los hechos de 1989 como una “masacre”.
Esto es así a pesar del hecho de que, en 1998, el periodista del Washington Post Jay Matthews informara en el Columbia Journalism Review que “nadie murió en la Plaza Tiananmen” y que “es difícil encontrar a un periodista que no haya contribuido a esta errónea impresión”.
En 2004, el Christian Science Monitor reveló que el Observatorio de Derechos Humanos (más conocido por su nombre en inglés: Human Rights Watch) decidió no publicar su informe de 52 páginas en el que se confirmaba la versión china de los hechos. En 2009, el periodista de la BBC James Miles admitió que había “transmitido una impresión errónea”. El periodista de la CBS Richard Roth, por su parte, dijo en 2009: “no vimos ningún cadáver, ni personas heridas, ni ambulancias ni personal médico; en pocas palabras, nada que sugiriera, mucho menos que demostrara, que había tenido lugar una ‘masacre’ en ese lugar”. Pero más adelante, Roth añade: “después de una sesión informativa en directo de Dan Rather (de la oficina de Londres), me esforcé en evitar usar el término ‘masacre’” y reconocía que “no tenía motivos para contradecir a un colega que informaba en directo”.
¿Eres consciente de las circunstancias en las que estos periodistas decidieron, repentinamente, reconocer sus años de contribución a la “falsa impresión”? ¿Eres consciente de que, entonces, trataron de cambiar los hechos de la “masacre de Tiananmen”, que pasó a llamarse la “masacre de Pekín”, con la rara excepción de Graham Earnshaw, un periodista de Reuters en cuyas memorias personales no hay una sola palabra que sugiera que había sido testigo de una matanza por parte del Ejército de Liberación del Pueblo (ELP) en la Plaza Tiananmen o fuera de ella? Después de presenciar cómo el ELP tomó el control de la Plaza Tiananmen sin herir a nadie, Earnshaw abandonó el lugar y paseó por una de las callejuelas que fueron el escenario de la dispersión por parte del ELP de unos manifestantes. Esta es una cita directa de las memorias de Earnshaw:
«Un jefe del ejército gritó a la multitud que se dispersara y le advirtió que sus tropas abrirían fuego si la gente no se iba. Pero la gente se mantuvo firme en su sitio. Las tropas levantaron los fusiles y dispararon por encima de las cabezas de la gente.»
De hecho, existe una amplia evidencia muda en las imágenes producidas por los medios occidentales que cuenta la historia de un gobierno chino muy contenido enfrentado a una protesta de una naturaleza similar a las que se dan en Occidente en este estadio particular de desarrollo económico. Mi libro, Tiananmen Square “Massacre”? The Power of Words v Silent Evidence (2014; véase reseña, compara decenas de imágenes (evidencia muda) de los medios occidentales con sus correspondientes pies de foto para explicar cómo el poder del lenguaje puede superponerse fácilmente a las evidencias mudas que cuentan una historia completamente distinta.
Los medios occidentales también mintieron sobre el deseo de los manifestantes de establecer una democracia de tipo occidental. El periodista del Financial Times James Kynge escribió lo siguiente en 2009:
«La gente dice que el periodismo no es más que un primer y tosco borrador de una historia. Pero el problema es que este borrador parece haber sido canonizado, pasando, en su mayor parte sin editar, a la conciencia popular. Pero yo cuestiono la afirmación básica de los medios occidentales de que las manifestaciones estaban pidiendo “democracia”. Incluso ahora, una serie de editoriales que conmemoran el 20º aniversario de estos hechos repiten el mantra de que los estudiantes estaban “exigiendo democracia”.
Gregory Clark, exmiembro de Australian China Desk, se quejaba en el Japan Times(2008) que ninguno de los medios de EEUU, Reino Unido y Australia, incluyendo “el New York Times, el normalmente imparcial Guardian y el Independent, así como el Sydney Morning Herald, está interesado en publicar las réplicas”.
Lo irónico es que, después de décadas retratando a los manifestantes como gente desarmada y pacífica, el Guardian decidió en 2009 publicar por primera vez imágenes de la violencia contra el ejército chino fuera de la plaza Tiananmen, pero utilizando el término “violencia” de forma ambigua.
He aquí un ejemplo de cómo la BBC fabricó la percepción de una “masacre” sin mostrar a su audiencia ni una sola persona muerta.
Hay más pruebas gracias al trabajo de los historiadores, la publicación de cables de la embajada de EEUU por parte de WikiLeaks y documentos desclasificados del Archivo de la Seguridad Nacional de EEUU, confirmando todos la veracidad de la versión oficial china. Lamentablemente, hasta la fecha, los hechos están siendo presentados por muchos como una “masacre”.
Dada la evidencia masiva de falsas banderas estadounidenses y de la estenografía de estos eventos por parte de medios occidentales — por ejemplo, la explosión del USS Maine en La Habana, los misiles fantasmas del Golfo de Tonkín, el fantasma de las armas de destrucción masiva de Irak y la cruda manipulación de supuestos ataques con armas químicas en Siria para culpar al gobierno de Asad — , ¿qué credibilidad tienen los gobiernos y los grandes medios de comunicación occidentales? Puesto que este escritor ha presentado rectificaciones de los medios occidentales e informaciones que son contrarias a la narrativa predominante de los grandes medios sobre lo que ocurrió en la plaza Tiananmen, hay que considerar lo que nos está diciendo el hecho de que la narrativa que demoniza a China siga prevaleciendo en Occidente.
Hasta ahí el relato de Wei Ling Chua. Comentar, de todos modos, que los cables de Wikileaks filtrados desde las comunicaciones oficiales de la Embajada de Estados Unidos en China, si bien niegan la existencia de una supuesta «masacre» o «matanza», no niegan la masividad de las protestas ni la violencia de los enfrentamientos ni el uso de los militares en la ocupación de una Beijing totalmente convulsionado por las manifestaciones, donde efectivamente hubo personas muertas y heridas, tal como consta por lo demás, en numerosos registros gráficos como los aquí compartidos.
La otra consideración importante de señalar, a partir de lo que mencionamos, es la total ausencia de evidencias y pruebas presentadas por la prensa occidental acerca de una supuesta «masacre en la Plaza de Tiananmen». Esto, además, se ve reforzado por el cierre informativo que era parte de las prácticas habituales por parte del Gobierno chino.
La oscuridad y la ausencia de pruebas es tal, que los cables estadounidenses muestran que se contaba con testimonios muy parciales, como el de un «diplomático chileno», llamado Carlos Gallo, cuyas afirmaciones son presentadas en los cables como una de las principales «pruebas» acerca de lo que se afirma. No está de más señalar que se trata de 1989, en los últimos tiempos de la larga dictadura oligárquica-militar chilena (1973-1990), razón por lo que dicho funcionario, en caso de haber efectivamente existido y bajo ese nombre, era un funcionario del cruento régimen dictatorial chileno.
Comentarios desde el 2020
Todo lo aquí presentado no implica, por cierto, tener una mirada complaciente con el sistema político de la China contemporánea ni hacer una defensa a ultranza del modelo del país oriental hoy convertido en superpotencia, sea un caracterizado como «socialismo con características chinas» o como un «capitalismo de Estado» o como sea. El debate sobre el carácter del sistema «realmente existente» en China seguirá generando debate y conversaciones, y hoy más que nunca es relevante el afinar la mirada y profundizar los conocimientos sobre todo ello.
En todo caso, aunque un debate de esa magnitud es imposible de abordarlo en unas pocas ideas o líneas, es importante despejar ciertos prejuicios y desinformaciones que suelen oscurecer las miradas sobre China. Una de ellas, dice relación con las mentiras y propaganda occidental liberal que es preciso visibilizar, para ir generando un conocimiento más fidedigno sobre la realidad china. Una de esas «nubes de humo», dice relación con la existencia de un supuesto «totalitarismo represivo» chino que, supuestamente, contrastaría con los sistemas liberales occidentales que tendrían vedada, por ejemplo, prácticas como la represión abusiva y onmipresente. Lo cierto es que aún en el supuestamente «monolítico» sistema chino, ha habido y hay distintas corrientes entre las que ha habido en más controversias y disputas en la interna que lo que pudiera pensarse.
En ello, es ilustrativo el ver los sucesos ocurridos entre abril y junio de 1989, donde, por ejemplo, hubo una acción de los propios policías y militares que dista mucho de la imagen de férrea disciplina y afán totalitario que suele intentar mostrarse: Muchos policías y militares saludaron y se hicieron parte de las protestas (como se muestra en las fotografías compartidas más abajo), e incluso mandos medios y altos se resistieron a un uso de la fuerza militar más fuerte. Las analogías con sucesos similares en el mismo occidente (el actual Estados Unidos) o en la periferia capitalista actual (como el Chile actual) no puede si no llamar la atención: A pesar de los tan contrastantes modelos políticos y económicos, los niveles de represión, la dureza de ella, el uso de las fuerzas militares, es perfectamente analogable y para nada pudiera decirse que ha sido sólo una característica del demonizado Gobierno de la República Popular China.
No se trata tampoco de negar la represión o las prácticas autoritarias que se dan en práctivamente todo el mundo de una u otra forma, pero es relevante señalar, un 4 de junio como el actual, con tantas cosas entrelazadas en la coyuntura histórica mundial actual como el ascenso de China a potencia hegemónica y el declive estadounidense evidenciado en su muy carente respuesta ante la pandemia planetaria presente o las revueltas que han marcado su última semana, el «mito de la matanza de Tiananmen» ha resultado ser muy funcional para generar una demonización y mirada sobre China llena de cortinas de humo, distorsiones y falsedades.
Fuentes y enlaces relacionados:
Birth of a massacre myth (El nacimiento del mito de una masacre), Gregory Clark, Japan Times, 2008.
La ‘masacre’ de Tiananmen, Wei Ling Chua.
There Was No «Tiananmen Square Massacre» (No hubo «masacre de Plaza de Tiananmen), Ricahrd North, 2009. CBS News.
Wikileaks: no bloodshed inside Tiananmen Square, cables claim (Cables de Wikileaks señalan que no hubo derramamiento de sangre en la Plaza de Tiananmen), Telegraph (Reino Unido)
The Tiananmen Square Massacre, according to WikiLeaks, Jeff South.
Wikileaks: La masacre de la Plaza de Tiananmen no fue tal según documentos de la embajada de los Estados Unidos, Kaos en la Red, 2011.
China 1989: Los manifestantes, el Partido y la matanza de Beijing, Kaos en la Red, 2019.
Tienanmen: La masacre que no fue, Brian Becker, LIberation News, 2019.