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El Golpe de Estado de 2013-2014 y el gobierno de las derechas en Ucrania. Contexto histórico, geopolítica, y sucesos posteriores

El 2 de mayo de 2014 se dio uno de los sucesos más condenables de violencia de extrema derecha en los tiempos recientes: en el marco de las protestas, desestabilización, y caída del Gobierno de Ucrania encabezado por Víktor Yanukóvich, meses de una confrontación de alta tensión interna y geopolítica conocida como «Euromaidán», por el alineamiento de los sectores impulsores de las protestas con la Unión Europea y por el nombre dado a la plaza que sirvió de centro de la asonada en Kiev, la capital ucraniana. Se trató de un muy violento enfrentamiento entre las fuerzas de la insurrección contra el Gobierno, y las contrarias a lo que se veía como un golpe de la extrema derecha en alianza con Occidente. Ese día, ese escenario terminó en una masacre perpretada por los nacionalistas ucranianos de ultra derecha, que llegaron a incendiar el Edificio de los Sindicatos de la ciudad donde habían huido manifestantes contrarios al golpe en curso. Como muestra de la alta polarización del conflicto, el número de muertes de esos hechos aún está en discusión e impune, y va desde 48 según el reconomiento oficial, a más de 100 por las organizaciones sindicales y de izquierdas que fueron objeto del ataque.

Una vez más, en Ucrania se daba un tipo de conflicto de alta beligerancia y belicismo que en otras formas se ha dado en buena parte de la Europa del Este con las distintas nacionalidades o identidades y áreas de sus presencias en relación a los territorios estatales, además de quedar al medio de una de las tensiones geopolíticas más significativas de los años recientes, con una Guerra en la parte este del país, la «Guerra de Donbáss», que perdura hasta el día de hoy.

Aquí haremos una reseña del contexto histórico general en que se desarrolló la desestabilización y derrocamiento del Gobierno de Víktor Yanukovich, sus implicancias geopolíticas, y el desarrollo posterior a los hechos hasta la actualidad.


Índice:

1. El contexto histórico previo de Ucrania y Rusia
2. Las controvertidas Elecciones de 2004, disputa geopolítica, y la «Revolución Naranja»
3. El Euromaidán, la caída de Yanukóvich, y el nuevo Gobierno de las derechas europeístas y la extrema derecha nacionalista
4. Cambio en la continuidad del Gobierno de Zelenski y el «Servidor del Pueblo»

Manifestante nacionalista porta retrato de Stepán Bandera, referente histórico del nacionalismo de derecha ucraniano

Desde hace años, y en variadas ocasiones, conversaciones políticas y circunstancias, salta el tema o la alusión a la tantas veces nombrada revuelta ucraniana, suceso histórico desencadenado hace ya un buen tiempo, con su momento de mayor intensidad entre fines de noviembre de 2013 y fines de febrero de 2014. Como sucede con otros tantos hechos de la política de otros países y regiones, el desconocimiento o el conocimiento a medias, las mal informaciones o informaciones intoxicadas por la prensa corporativa privada, y la carencia de un acercamiento más preciso al contexto histórico y presente de dichas realidades, facilita la divulgación de versiones altamente distorsionadas o derechamente falsas sobre lo que acontece o no acontece. Más, cuando se trata de escenarios políticos y geopolíticos donde están involucrados altos poderes globales, que tienen siempre la intención de manipular y mentir para generar opiniones favorables a sus intereses.

Entrando en el detalle del caso ucraniano, además, lo anterior se ha fomentado de manera bastante sistemática por parte de la prensa occidental dominante, con una cobertura a los hechos que fomentan una interpretación favorable a la revuelta que derrocó al Gobierno ucraniano, algo que de por sí ya es sospechoso, cuando se trata de medios de comunicación tan propensos a alinearse con los poderes dominantes de nuestras sociedades. Dicha visión de la situación ucraniana, además, ha sido reforzada el último tiempo por un muy visto «documental» expuesto en la masiva plataforma de Netflix, con un sesgo que sala a la vista desde un «militante» y desvergonzado título: «Winter on Fire. Ukraine’s Fight for Freedom» («Invierno en llamas: La Lucha Ucraniana por la Libertad»).

Columna de la organización de extrema derecha «Pravy Sektor» (Sector Derecho), con su característico rojo y negro, y las referencias al fascista y nacionalista ucraniano Stephan Bandera.

1. El contexto histórico previo de Ucrania y Rusia

Lo primero es situar en general la relación entre Ucrania y Rusia. desde hace más de 3 siglos, que Ucrania fue anexada a lo que por entonces era el Imperio Ruso. Luego, como la mayor parte del territorio del Imperio zarista, y tras la Revolución Rusa y la Guerra Civil entre 1917 y 1921 (que en el caso ucraniano significó un período de guerra con el independentismo que intentó construir una «República Popular Ucraniana», Ucrania terminó siendo parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a modo de República Socialista Soviética de Ucrania. Esto significó la escisión de una parte occidental del territorio ucraniano que pasó a ser parte de Polonia. Posteriormente, de todas formas, el independentismo y nacionalismo ucraniano siguió su intento de separación de la URSS. Es el convulso período de entreguerras, y el nacionalismo ucraniano se alinea fuertemente con las posiciones de ultra derecha y el fascismo. Su principal referente, es la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), con su brazo militar denominado «Ejército Insurgente Ucraniano«, y su líder más referencial, Stepán Bandera. De aquí provienen las banderas de color rojinegro que aún hoy usan los nacionalistas ucranianos, junto a la referencia de Stepán Bandera, cuya cara se ve frecuentemente en la simbología derechista ucraniana.

La historia de Stepán Bandera y el OUN son elocuentes: abanderados con un nacionalismo conservador y las derechas ultra extremas y fascistas, simpatiza con el régimen Nazi y con la persecución a los judíos. Con la invasión de la Alemania Nazi a la URSS en 1941, el OUN proclama la independencia ucraniana. Pero tal declaración no le simpatiza a los Nazis, y Bandera y los integrantes del nacionalismo ucraniano son apresados y enviados a campos de concentración. Luego, con el avance de los aliados, los Nazis liberan a los nacionalistas ucranianos en 1944, quienes pasan a ser parte de la descompuesta línea de defensa de la Alemania Nazi. Reciben apoyos y financiamiento de parte de los Nazis, hasta su derrota. Tras el final de la guerra, Stepán Bandera, como muchos de los nacionalistas ucranianos, se instala en Alemania Occidental. En 1959, es asesinado en un operativo de inteligencia de la KGB, el organismo de inteligencia soviética.

En un hecho de esos años que merece señalarse debido a su repercusión en los sucesos más actuales, en febrero de 1954,el entonces líder de la URSS, Nikita Kruschev, hizo el traspaso de la Península de Crimea, que por entonces era parte de la República de Rusia, a Ucrania, en conmemoración del 300 aniversario de su adhesión a Rusia.

Con la caída de la URSS, Ucrania abandonó la unión, no se hizo parte de la Federación Rusa, y con ello tomó la forma de República independiente. Tal como la totalidad de las ex Repúblicas Soviéticas, los años 90s son de una rápida y extrema privatización, en la que las oligarquías que se venían forjando con el proceso de descomposición del carácter socialista de la URSS en las décadas anteriores, se hicieron de altas riquezas y bienes antes estatales, llevando a cabo procesos de privatización y mercantilización general, con una abierta y desatada corrupción, y dinámicas autoritarias que se mantuvieron y reforzaron un creciente descontento popular.

En dicho contexto, una cuestión central en las disputas políticas en las repúblicas de la Europa Oriental fue la relación que tenían por una parte con la Unión Europea por un lado, y con la Federación Rusa por otra, cuestión que ha marcado fuertemente el escenario de dicha región durante todo el siglo XX y hasta el presente. Con la hegemonía neoliberal y del eje Estados Unidos – Unión Europea (y su expresión político-militar en la OTAN) en los 90s, los países de Europa del Este giraron bruscamente hacia Occidente. Pero con la recomposición de Rusia en la era de los Gobiernos de Vladimir Putin, por una parte, y un progresivo proceso de desgaste de la economía europea por otro (proceso acelerado con la crisis capitalista del 2008 y lso años posteriores), tal contexto fue cambiando.

Manifestación de la «Revolución Naranja» en Ucrania, año 2004

2. Las controvertidas Elecciones de 2004, disputa geopolítica, y la «Revolución Naranja»

Desde 1994 el Gobierno de Ucrania había estado encabezado por Leonid Kuchma, un ingeniero de uno de los cosmódromos soviéticos y ex militante del Partido Comunista. El Gobierno tuvo una trayectoria similar a la de los otros países de la Europa oriental, con una descomposición ya generalizada entre las otroras fuerzas de izquierdas y ex burocracias estatales, y un proceso de privatizaciones e incorporación a los circuitos del capitalismo occidental.

En el año 2000, un suceso particular marcará buena parte de los desarrollos posteriores. El periodista Georgiy Gongadze llevaba a cabo una investigación sobre las extendidas prácticas de corrupción de la alta plana gubernamental, incluyendo al Presidente Leonid Kuchma. Una parte de las acusaciones tenían la prueba de unos audios de conversaciones en los que se involucraba al propio Kuchma, en lo que se conoció como el «Escándalo del Cassette». En septiembre de ese año, el periodista Gondadze es raptado y desaparecido, hasta el día de hoy. La muerte del periodista se tranforma en un parteaguas en el escenario político ucraniano desde entonces. Las sospechas se dirigieron, como era de esperarse, al propio Gobierno, montándose una fuerte disputa comunicacional en torno al caso, que le servía a los sectores políticos más europeístas, para atacar al Gobierno de Kuchma más cercano a retomar y afianzar los lazos con Rusia.

Aunque posteriormente la investigación judicial determinó que Kuchma no tenía impllicancia en el caso, en un proceso que llegó hasta la Corte Europea de Derechos Humanos, la polémica marcó el declive electoral de su fuerza y Gobierno. En lo geopolítico, el Gobierno de Kuchma intentaba impulsar un proceso de integración de Ucrania con el resto de la «Comunidad de Estados Independientes» (organización supranacional compuesta por diez de las quince exrepúblicas soviéticas), y, junto a ello, un espacio económico común entre Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán que ya había sido acordado por el Parlamento de Ucrania.

Se llega con ello a las Elecciones presidenciales del 2014 en un cerrado escenario entre las candidaturas de Víktor Yanukóvich, continuador del Gobierno de Kuchma y «pro ruso» (era Primer Ministro del Gobierno de Kuschma), y Víktor Yúshchenko, representante de las fuerzas favorables a un alineamiento con la Unión Europea. La primera vuelta tiene lugar el 31 de octubre de 2004, con un virtual empate entre con un 39,9% para Yanukóvich versus un 39,3% para Yúshchenko. En la segunda vuelta, se dio por ganador a Yanukóvich con un 49,4%, versus un 46,69% para Yúshchenko. Los observadores electorales de la Unión Europea (la «Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)»), y de Estados Unidos, denunciaron fraude electoral. Esto desencadena una oleada de protestas conocida como «Revolución Naranja», apoyada fuertemente por las fuerzas occidentales y donde participaron buena parte de quienes serán centrales en el «Euromaidán» de 2013-2014. La Revolución Naranja finalmente puso en la Presidencia a Víktor Yúshchenko, tras la repetición de las votaciones. Un manto de sospechas queda instalado en torno a los verdaderos resultados de las elecciones, más, con los resultados de las votaciones posteriores.

Al otro año, de todos modos, la fuerza política encabezada por Yanukóvich, el «Partido de las Regiones», gana las elecciones parlamentarias, y es nombrado Primer Ministro, en un país con un poder compartido entre la Presidencia (electa con voto popular directo) y el Primer Ministro (nombrado por el parlamento, la «Rada Suprema»). Tal cosa, de todos modos, no impide al Gobierno de Yúshchenko el impulsar un acercamiento de las relaciones con la Unión Europea, y con el sentido de su posterior incorporación. En 2010, en unas nuevas elecciones presidenciales, se impone la nueva candidatura del «Partido de las Regiones» deYanukóvich con un 35.32% en primera vuelta y un 48.95% en la segunda contra Yulia Timoshenko (25% en la primera, 45% en la segunda).

La cuestión del alineamiento geopolítico siguió marcando la escena. Y se llega al 2013, cuando con la presión de la entonces oposición ucraniana, el Gobierno de Yanukóvich se encuentra respondiendo ante los requerimientos puestos por la Unión Europea para su ingreso a la unión. El año anterior, marzo de 2012, Yanukóvich y los líderes de la Unión Europea habían firmado el tratado de adhesión de Ucrania a la UE. El Presidente Yanukóvich insta a la aprobación parlamentaria de las medidas necesarias, pero el Primer Ministro Mikola Azárov, también del «Partido de las Regiones», suspende los preparativos para la firma del acuerdo de asociación con la Unión Europea, el 21 de noviembre de 2013. Con ello, se desata, en un escenario análogo al que había dado lugar la «Revolución Naranja» nueve años antes, en noviembre de 2004, pero esta vez con más violencia y un enfrentamiento que da lugar a la división de Ucrania y una guerra en la parte este que perdura hasta la actualidad.

La Plaza de la Independencia o «Euromaidán» de Kiev, convertida en campamento y epicentro del proceso de derrocamiento del Gobierno.

3. El Euromaidán, la caída de Yanukóvich, y el nuevo Gobierno de la derecha europeísta y la extrema derecha nacionalista

Las protestas iniciadas en noviembre de 2013 se caracterizan por tener una conformación similar a la «Revolución Naranja» de 9 años antes, esto es un conglomerado de sectores pro europeos, nacionalistas, y derechas del más diverso tipo, incluyendo la extrema derecha fascista que hemos reseñado anteriormente. Pero a diferencia del 2004, esta vez la composición de la conducción del levantamiento tiende a tener una fuerza mayor por parte de las extremas derechas, que por su fuerte presencia en las calles toma muy pronto un protagonismo no visto en la «Revolución Naranja». Esta presencia se escenifica referencialmente en la plaza que será bautizada como «Euromaidán», zona cero de los enfrentamientos, donde la organización o movimiento fascista de Pravy Sektor, sus banderas rojinegras y connotaciones fascistas toman el protagonismo a muy poco andar, captando la adhesión de parte de los descontentos juveniles contra el Gobierno. Junto con el Pravy Sektor, las militancis, adherentes y banderas del partido político de extrema derecha, Svoboda, encabezan los enfrentamientos en la céntrica plaza de Kiev. Es relevante señalar que todas las encuestas de opinión pública daban un empate entre las preferencias hacia un mayor acercamiento con Rusia o con la Unión Europea, lo cual era reconocido por toda la prensa occidental (Ver «Las dos Ucranias frente a Europa»).

En tal contexto, una ola de malinformación y desinformación brotó por cientos de medios de la prensa internacional occidental, con una postura abiertamente militante a favor de las protestas antigubernamentales. Se hace ver como si hubiera una masacre represiva por parte del Gobierno, cuando la verdad es que se vivían unas muy violentas manifestaciones en su contra, incluyendo la toma de la céntrica «Plaza de la Independencia» y ataques de alta violencia hacia edificios gubernamentales, con una respuesta relativamente proporcional por parte del Gobierno, que entre otras cosas, terminó por permitir la existencia del campamento en la plaza. Surgen las sospechas sobre el financiamiento y apoyos que están teniendo los grupos más extremistas, que más tarde se verificarían: Habían claramente intereses y actores externos implicados en la desestabilización.

Transcurren así los meses de diciembre, enero, e inicios de febrero, donde la violencia de los enfrentamientos llega a su punto mál alto en el «jueves negro» del 20 de febrero, donde numerosos enfrentamientos armados en la Plaza de la Independencia o Euromaidán y alrededores deja al menos unos 39 muertos en una suma de al menos 75 en los últimos tres días. El Gobierno cede y Yanúkovich, es en la práctica derrocado el 22 de febrero, adelantándose las elecciones presidenciales que correspondían en febrero de 2015, para el 25 de mayo del 2014. Quien queda a cargo del gobierno interino es el liberal-conservador Oleksandr Turchínov. Con el Gobierno de Yanúkavich caído y tomado el control de Kiev, la violencia de la extema derecha se extendió aún más a otras ciudades y zonas del país.

 Bandera de la Unión Europea en las barricadas en la Plaza de la Independencia de Kiev, nombrada como «Euromaidán».

En ese contexto, también en Kiev pero sobretodo en los territorios más cercanos por historia, lengua, procedencia con Rusia (la Península de Crimea, el Sur y Este del país), se dieron por su parte manifestaciones y movilizaciones que intentaban responder ante la arremetida que, partiendo con una apariencia más liberal europeísta, tendió a estar encabezada por la extrema derecha nacionalista ucraniana desde noviembre. Por historia, idioma, y procedencia rusa de muchos de sus habitantes, la estratégica Península de Crimea siempre tuvo un vínculo mayor con Rusia. El  6 de marzo, el Parlamento de Crimea y el Consejo de la Ciudad de Sebastopol  declaran la Independencia y la someten a ratificación vía plebiscito popular realizado el 16 de marzo, formando la República de Crimea como una de las entidades incorporadas a la Federación Rusa. El resultado es amplio: Un 83% de la población votó a favor de la iniciativa (Ver Claves para entender separación entre Crimea y Ucrania).

El interino Gobierno ucraniano no reconoce las elecciones, al igual que muchos gobiernos occidentales. Desde la naciente República de Crimea, se defienden en la legitimidad de la decisión en la declaración unilateral de independencia de Kosovo y la opinión de la Corte Internacional de Justicia como un precedente para la acción tomada. El momento en Crimea es acompañado con presencia de tropas rusas solicitadas por los gobiernos locales como medida de garantizar la seguridad por los sucesos desatados más al Norte del país (Ver mapas compartidos al final de la nota).

Es en ese contexto en que a inicios de mayo se dan una serie de movilizaciones de los movimientos y organizaciones situadas más a la izquierda del mapa político ucraniano, y la extrema derecha sale a confrontarlas y atacarlas. Es lo que sucede con particular dureza en Odesa, una ciudad a orillas del Mar Negro al sur del país. El 1° de Mayo, en el marco de las conmemoraciones del Día de los Trabajadores, se dan duros enfrentamientos de los sectores que impulsaban la realización de un referéndum y la denuncia de la persecución que se estaba dando en numerosos lugares del país. Al día siguiente, los sectores de la extrema derecha encabezados por el Pravy Sektor («Sector Derecho»), integrantes de barras de fútbol y bandas fascistas convocan también a una manifestación. Los sectores de izquierdas, pro rusos y organizaciones políticas y sindicales, ante la arremetida de agresión incluyendo armas de los sectores de derechas, huyen y se recluyen en el Edificio de los Sindicatos de la ciudad. Los ultraderechistas cercan el edificio, y lanzando bombas incendiarias inician un incendio al edificio. En el día, fallecerán un número aún no esclarecido de personas, por lo mínimo, las 46 reconocidas por el Gobierno de Ucrania. Hasta el día de hoy hay impunidad en torno a los sucesos de ese día en Odessa.

Incendio del Edificio de los Sindicatos de Odessa.

Finalmente, en las elecciones de 2014 triunfa Petró Poroshenko con más del 54% en primera vuelta, en unos comicios corridos hacia las derechas tanto liberal-conservadoras como nacionalistas y derechamente fascistas del país. Se instalará un Gobierno de coalición entre las distintas expresiones de derechas, donde dominarán el partido liberal-conservador «Batkivshchyna» del propio Poroshenko y encabezado por Yulia Timoschenko (la «Juana de Arco» de la Revolución Naranja), y el partido de extrema derecha, Svoboda, de importante presencia callejera y en las protestas del levantamiento, organización de extrema-derecha que forma parte del Frente Nacional Europeo que incluye, entre otros, al Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) o a Amanecer Dorado de Grecia. En el primer gabinete de ministros hay 8 integrantes de Batkivshchyna, 4 de Svoboda, y 1 de Pravy Sektor ¿Quién compone el gobierno provisional ‘proeuropeo’ ucraniano?. De todos modos, dentro de Batkivshchyna hay también sectores de más extrema derecha, como la referencial periodista Tetiana Chornovol, designada cargo de la crucial Oficina «anti-corrupción» destinada a investigar los múltiples casos investigados sobre los años anteriores, y  proveniente de la organización Asamblea Nacional de Ucrania – Autodefensa de Ucrania (UNA-UNSO), organización heredera de los colaboracionistas con los Nazis.

El caso de Tetiana Chornovol ilustra la oscuridad que envuelve a muchos de los sucesos que han venido dando forma a la historia reciente de Ucrania. Siendo una activa militante de UNA-UNSO, y a la vez una periodista enfocada en perseguir casos de corrupción, en diciembre de 2013, en pleno proceso de crecida del proceso de insurrección y derrocamiento del Gobierno de Yanúkovich, Chornovol es víctima de una brutal agresión en la carretera. La prensa de oposición ucraniana y la mayor parte de los medios occidentales mostraron el hecho como muestra de la represión ordenada por el Gobierno de Yanúkovich. Pero al poco andar de la investigación, surgieron múltiples pruebas que más bien vinculaban el hecho con ciertas dirigencias de la propia derecha opositora de ese entonces (Ukraine. Point of no return, Opendemocracy).

El tema no es nuevo. De hecho, la propia trayectoria del Euromaidán cuenta con acciones donde la sospecha sobre su real autoría está abierta. En el crucial día del «jueves negro» del 20 de febrero de 2014, la mayor parte de los muertos lo fueron por impactos de balas disparadas por francotiraddoes, que, obviamente, la prensa opositora ucraniana y la abrumadora mayoría de la prensa occidental acusó de ser obra del Gobierno. Pero más tarde, una tras otras han ido apareciendo pruebas, incluyendo confesiones de los propios imputados de estos hechos, de que fueron contratados por las organizaciones del Euromaidán y tuvieron contactos directos con agentes europeos y estadounidenses, con el objeto de ejecutar un «ataque de bandera falsa» y así acusar al Gobierno de los muertos («Disparar a todos». Testimonios reveladores de los francotiradores del Maidán, y Documentos: los testimonios completos de los francotiradores del Maidán (fotos)), cosa que incluso fue reconocida por autoridades de otros países y la prensa europea (¿Los francotiradores que ensangrentaron Maidán trabajaban para la oposición ucraniana?), en una metodología de golpe de Estado con mucha similitud en esta arista, con el perpretado en abril de 2002 contra el Gobierno Bolivariano de Hugo Chávez en Venezuela.

Víctimas de las balas de francotiradores de los sucesos del «jueves negro» del 20 de febrero de 2014.

Como dice la vieja frase, «la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad», los sucesos del Euromaidán y posteriores han quedado en un manto de dudas sobre su autoría, y tal oscuridad ha seguido estando presente en nuevos sucesos desde entonces. En el 2016, un periodista belorruso, Pavel Sheremet, opositor al Gobierno pro ruso de Belorrusia y a Putin, resulta muerto en un atentado con cochebomba. Nuevamente, las acusaciones se dirigen al bando pro ruso y hasta al Gobierno de Putin. Pero las investigaciones muestran, al poco andar, que entre los principales autores estaban implicados integrantes de los grupos nacionalistas que combatían contra las fuerzas separatistas en el Este del país, es decir, en la llamada Guerra de Bonbas (Cinco detenidos en Ucrania por el asesinato de un periodista en 2016). Más recientemente, en 2018, otro periodista, el ruso opositor Arkady Babchenko, finge su asesinato en conjunto con las fuerzas de inteligencia ucranianas, en un hecho noticioso que fue cubierto por todas las cadenas dominantes de la prensa occidental, dando a entender que había sido un hecho imputable a Rusia. Prontamente, el periodista aparece vivo y señalando las causas del montaje de su asesinato, inserto, señala, en una operación de inteligencia contra el separatismo ucraniano y Rusia (4 claves para entender el escándalo de Arkady Babchenko, el periodista ruso que fingió su asesinato en Ucrania).

La firma entre marzo y junio de 2014 del «Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea» dio lugar a una intensificación de la relación entre ambas partes, además de una no resuelta tensión con Rusia, donde también Estados Unidos ha jugado un rol preponderante, habida cuenta de una serie de otras tensiones geopolíticas entre Washington y Moscú, como Siria o Venezuela. Entretanto, en el Este ha continuado el esfuerzo de constituir la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, que aunque no han sido reconocidas por Rusia, mantienen hasta hoy un conflicto bélico abierto con las Fuerzas Armadas de Ucrania, en la llamada Guerra en el Donbáss.

4. Cambio en la continuidad del Gobierno de Zelenski y el «Servidor del Pueblo»

Por su parte, en medio de un proceso de descomposición de los apoyos populares a su alianza, con un sinnúmero de acciones de autoritarismo y represión a la oposición, de manejos oscuros y corruptos, y de continuidad de la difícil situación económica que caracteriza al conjunto de su región y de la propia Unión europea que en algún momento se vio como parte de la solución del estancamiento económico, la fuerza de Poroschenko pierde las Elecciones presidenciales de 2019, triunfando Volodimir Zelenski, un comediante de la televisión reconocido por sus rutinas críticas hacia la clase política ucraniana, que de todas formas, estuvo siempre alineado con el polo del Euromaidán y con opiniones muy duras hacia Rusia y su Gobierno («Putin es un enemigo»), y que desde su toma de posesión en mayo del año pasado, mantiene hasta el día de hoy cierta continuidad con el Gobierno anterior (En el nuevo gobierno de Ucrania, la realidad copia a la ficción de Netflix, Rubén Guillemí), aunque cumpliendo con una de sus promesas de campaña, utilizó entre sus primeras medidas la herramienta constitucional de disolver el Congreso y convocar a nuevas elecciones. En las parlamentarias de julio del año pasado, el nuevo partido de Zelenski, «Servidor del Pueblo», arrasó en las votaciones con un 43% de los votos, eligiendo 254 escaños de un total de 450, es decir, más del 50 por ciento de la Rada Suprema, el poder legislativo ucraniano.

Como muestra de manera ilustrativa el clima dominante en Ucrania, Zelenski se había hecho famoso por durísimas rutinas contra el conjunto de la elite política del país, siendo uno de sus más conocidos videos, el de un episodio en el que entra al parlamento con dos ametralladoras y acribilla indiscriminadamente a las y los congresistas presentes. De todas formas, con un sistema semipresidencial y con un significativo contrapeso en el Congreso, la política ha seguido dominada por las derechas pro europeas y la presencia significativa de nacionalistas de extrema derecha, con un parlamento alineado con esas fuerzas frente a un Presidente que si bien se presentó como un «outsider», fue un ferviente simpatizante del «Euromaidán» y representa una línea de continuidad de las políticas pro Unión Europea y anti Rusia que caracterizan a las derechas y fuerzas nacionalistas de extrema derecha de Ucrania, junto a elementos de cierto «progresismo» en materias puntuales como la despenalización y distribución gratuita del cannabis, el aborto como prestación gratuita del sistema de salud, y en general, un discurso de nuevo tipo que se despega de las connotaciones ultraderechistas del Gobierno anterior.

Por otra parte, y como ejemplo reciente del alineamiento geopolítico, el Gobierno de Zelenski fue uno de los gobiernos que, secundando al Gobierno de Estados Unidos, se opusieron a un levantamiento de las medidas de agresión económica impuestas contra Venezuela, Cuba, Nicaragua, entre otros países, en el marco de la pandemia del coronavirus. La situación ucraniana ha producido otro efecto, nada menos que el proceso de impeachment o juicio político que impulsó el Partido Demócrata contra Donald Trump, después de que se filtrara la congelación de la ayuda de 400 millones de dólares al Gobierno de Ucrania (un décimo de todo el presupuesto ucraniano en defensa), hasta que Zelenski no ayudara a Trump con favores personales y políticos.

Entretanto, sobre la situación de este país, históricamente una especie de «zona de frontera» entre potencias, se realizó una cumbre el 9 de diciembre en París, con la presencia de Emmanuel Macron, Angela Merkel, Vladímir Putin, y Volodymyr Zelenski, tratando la crisis y conflicto que ha causado más de 13 mil muertos, más de dos millones de personas desplazadas en el este de Ucrania y miles de millones de dólares en perdidas económicas.

El español Josepph Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, señaló en el contexto de las tratativas por la Guerra en Donbáss: “Cuando hablamos de Rusia, tenemos que mantener las sanciones hasta que haya progresos. Y hasta el momento, no ha habido progresos. Pero, al mismo tiempo, no podemos ignorar la presencia de un país muy grande que nos provee con energía con el que nos tenemos que comprometer”. Como muestra de las visiones actuales de la prensa europea liberal frente a los más recientes sucesos, en diciembre del año pasado el medio español «El Confidencial» titulaba un elocuente texto con un «¿Quieres entender la geopolítica del siglo XXI? La guerra de Ucrania te lo explica todo». Entre algunas opiniones propias de los sectores liberales europeos, la nota indica los elementos que marcan la actual relación entre la Unión Europea y Rusia: La mitad de la energía que consume Europa hoy proviene de Rusia. Y la mitad de aquella, pasa por Ucrania. Mientras tanto, justamente en los últimos tiempos y meses, un pacto de cuantiosa inversión de China en el país parecía ser una de las cartas del nuevo Gobierno ucraniano. Lo que viene pasando en Ucrania permite explicar muchas cosas de la escena política y geopolítica actual.

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