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La «Fiesta de la Liberación» en Italia que celebra la insurrección general contra el régimen fascista de Mussolini y su caída el 25 de abril de 1945

El Día de la Liberación de Italia («Festa della Liberazione») se celebra cada 25 de abril, conmemorando el fin de la ocupación nazi y del régimen fascista en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. Es una fiesta nacional que simboliza la resistencia, la libertad y el renacimiento democrático del país tras el barbárico y represivo régimen fascista iniciado en 1922. La fecha recuerda el 25 de abril de 1945 cuando el Comité de Liberación Nacional italiano ordenó la insurrección general contra el régimen y la ocupación nazista. A partir de ahí se extendió la liberación por toda Italia. Todos los años, italianos festejan con actos y manifestaciones, como las banderas republicanas en balcones y con canciones que recuerdan la lucha partisana contra la ocupación como la mundialmente conocida «Bella Ciao». En los 70 años de la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial este hito se recuerda en el marco de un notorio intento de reflote y avance fascista en Italia y numerosas partes de Europa, además de un marcado negacionismo histórico que niega o subvalora el rol de las fuerzas antifascistas de las izquierdas socialistas y comunistas y de la Unión Soviética.

La derrota fascista para abril de 1945 ya se encontraba encaminada hace tiempo, proceso en el que el rol de las fuerzas partisanas italianas fue crucial. Ya en 1943, se había desplazado a Benito Mussolini de su control del territorio italiano: el sur quedó bajo control de los Aliados y el norte por la «República Social Italiana» (RSI), un gobierno títere de la Alemania nazi.

Los «partisanos» como se les conoció a los grupos de resistencia antifascista libraron una intensa lucha guerrillera en todo este tiempo contra las fuerzas nazis y fascistas. Miles de bandas de la resistencia libraron una guerra asimétrica contra los nazis-fascistas. La insurrección final comenzó el 9 de abril de 1945 y las tropas alemanas, veteranas después de 7 años de guerra, fueron rápidamente derrotadas. Las brigadas partisanas liberaron rápidamente todas las ciudades italianas.

El 25 de abril de 1945, el Comité de Liberación Nacional (CLN) llamó a la insurrección general en las ciudades del norte (Milán, Turín, Génova), marcando el colapso definitivo de la RSI. El 28 de abril es ejecutado y exhibido públicamente Benito Mussolini. Para el 3 de mayo ya se habían liberado todas las ciudades de Italia.

Fue el inicio del proceso de reconstrucción del país que llevó al referéndum del 2 de junio de 1946, cuando Italia se convirtió en una República dejando atrás el Estado monárquico, y abrió paso a un proceso constituyente que culminó con la dictación de la Constitución italiana de 1947, referencial en lo que se llamaría como «Constitucionalismo social» en la Europa occidental de posguerra. Aunque ha sido objeto de reformas que le han quitado buena parte de sus contenidos más de avanzada y de orientación socialista, hasta el día de hoy se lee ya en su artículo 1º: «Italia es una República democrática fundada en el trabajo».

«Italia es liberada. Italia resurgirá». Periódico Il Popolo del 25 de abril de 1945, celebra la victoria partisana contra el fascismo.

La hazaña es recordada con las canciones que acompañaron la lucha antifascista, como la mundialmente conocida «Bella Ciao», himno de la resistencia partisana que se canta en manifestaciones y eventos y que ha sido coreada en numerosas partes del mundo como ícono del antifascismo.

Año tras año, se realizan en esta fecha actos oficiales que muestran la importancia de la fecha para la República de Italia, y en las que el presidente de Italia y autoridades locales rinden homenaje a los caídos en monumentos como el Arco de la Paz en Milán o la Plaza de la Liberación en Roma.

Junto con el 25 de abril, la otra fecha que conmemora la derrota del fascismo y el nacimiento de la república democrática en Italia es el 2 de junio de 1946, día de la proclamación de la República.

Foto icónica de los festejos por la proclamación de la República el 2 de junio de 1946.

Así, el 25 de abril es un símbolo de unidad nacional y valores antifascistas. También genera debates políticos, ya que los no pocos sectores que simpatizan con el fascismo y sus continuadores (como buena parte de los actuales apoyos al actual gobierno de Giorgia Melloni) cuestionan su interpretación histórica, mientras que otros lo defienden como pilar de la democracia italiana.

El derrumbe del régimen fascista de Mussolini y su ejecución

El 25 de abril de 1945, con los Aliados avanzando y la resistencia partisana controlando el norte de Italia, Benito Mussolini intentó huir hacia Suiza. Disfrazado de soldado alemán —con un capote de la Wehrmacht y un casco—, se unió a un convoy nazi junto a su amante, Clareta Petacci, y otros jerarcas fascistas. Sin embargo, el 27 de abril cerca de Dongo, en el lago de Como, partisanos comunistas al mando de Pier Luigi Bellini delle Stelle y Urbano Lazzaro detuvieron la caravana. Tras negociaciones tensas con los alemanes, descubrieron a Mussolini escondido bajo una manta.

Arrestado y trasladado a una granja en Dongo, el Duce pasó sus últimas horas bajo custodia partisana. Mientras, líderes de la resistencia como Sandro Pertini (futuro presidente de Italia) y el comunista Palmiro Togliatti exigían su ejecución sumaria. Pertini lo calificó de «perro sarnoso», descartando incluso el honor de un pelotón de fusilamiento.

El 28 de abril, el partisano Walter Audisio («Coronel Valerio»), siguiendo órdenes del líder comunista Luigi Longo, llegó a Dongo. Junto a otros guerrilleros, llevó a Mussolini y Petacci a Giulino di Mezzegra. Allí, frente al muro de la Villa Belmonte, Audisio disparó contra ambos.

El escarnio póstumo a Mussolini

Esa misma noche, los cadáveres fueron trasladados a Milán y arrojados en la Piazza Loreto, donde en 1944 los fascistas habían exhibido los cuerpos de un grupo de partisanos ejecutados. Al amanecer del 29 de abril, una multitud enfurecida profanó los restos: los golpearon, escupieron e incluso colgaron boca abajo, como símbolo de derrota.

Mientras Berlín caía bajo el avance soviético en la ofensiva final nombrada como «Batalla de Berlín» y Hitler preparaba su suicidio, las imágenes del Mussolini ultrajado —su rostro desfigurado, su cuerpo semidesnudo— sellaron la derrota del fascismo en la guerra. Tras una autopsia apresurada, su cadáver inició un largo periplo hasta su entierro secreto.

La muerte de Mussolini no fue solo el fin de un régimen, sino un acto cargado de simbolismo: la violencia que él mismo había sembrado regresó, multiplicada, en su caída. Su legado, sin embargo, persistirá como sombra en la política italiana, donde a pesar de la instalación de un sistema de bienestar social significativo en las décadas posteriores, el fascismo y sus defensores siguieron teniendo peso e importancia en la sociedad italiana.

De izquierda a derecha, los cuerpos de Nicola Bombacci, Benito Mussolini, Claretta Petacci, Alessandro Pavolini y Achille Starace, exhibidos en la plaza de Loreto de Milán en 1945.

La caída de las fuerzas fascistas en esas semanas se acelerará territorio por territorio. Los partisanos italianos continuaron las luchas de liberación hacia el norte de Italia y en los territorios de la que luego pasaría a ser Yugoslavia, como en esta escena del 8 de mayo de 1945, en la actual Croacia.

El batallón partisano Pino Budicin desfila en la ciudad de Pula, en la actual Croacia, el 8 de mayo de 1945 después de su liberación. Fuente: Iangur.

El rol crucial de las fuerzas partisanas italianas en la derrota del régimen de Mussolini

Los partisanos italianos (partigiani) fueron el movimiento de resistencia armada que luchó contra la ocupación nazi y el régimen fascista de Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial, en especial tras la instalación del régimen títere controlado por el Tercer Reich alemán entre 1943 y abril de 1945. Su papel fue crucial para la liberación de Italia y la reinstauración de la democracia.

El movimiento partisano fue un grupo diverso que integraron desde comunistas, socialistas y anarquistas hasta monárquicos, católicos, liberales y centristas, coordinados bajo el «Comité de Liberación Nacional» (CLN). Tuvo también una alta participación de mujeres: se calcula que al menos unas 35 mil combatientes participaron activamente del movimiento de resistencia.

Con todo, junto con su diversidad, es un hecho históricamente asentado que en la lucha partisana italiana fueron los sectores de izquierda y especialmente los comunista, quienes tuvieron un peso dominante en términos de organización, números e influencia política.

Entre los distintos grupos que operaban en la resistencia, las más numerosas eran las Brigadas Garibaldi (creadas por el Partido Comunista Italiano, PCI), encabezadas por Palmiro Togliatti, con alrededor del 50% de los partisanos, según estimaciones, y con el control de territorios estratégicos en Emilia-Romaña, Piamonte y Liguria.

Periódico «L`Unitá» órgano del Partido Comunista Italiano (PCI), del 27 de abril de 1945, informando de la liberación de Milán y Turín.

Destacaban también las Brigadas Matteotti (del Partido Socialista Italiano, PSI), Segundas en influencia, aliadas a los comunistas pero con menor capacidad militar, y dirigidas por Sandro Pertini, quien será luego futuro presidente de Italia (Jefe de Estado) entre 1978 y 1985.

También las Brigadas Justice and Liberty (Partido de Acción, liberal-socialista), con intelectuales y demócratas como Ferruccio Parri, quien será el primer presidente postfascista («Presidente del Consejo de Ministros del Reino de Italia» entre el 21 de junio y el 8 de diciembre de 1945), y las Brigadas del Popolo o Brigadas Fiamme Verdi del mundo socialcristiano (Democracia Cristiana).

Entre los monarquistas y sectores de derechas, algunos oficiales del ejército real como el general Raffaele Cadorna se unieron al CLN, pero con menor peso operativo.

Según el CLN, en 1945 había unos 200,000 partisanos activos, unos 100 mil comunistas, 30 mil socialistas, 70 mil de los sectores liberales y católicos en especial socialcristianos. El PCI controlaba el 60% de los comités locales del CLN en el norte del país, y en las primeras elecciones tras la instalación de la república democrática en 1946, las votaciones les dieron a socialistas y comunistas altas votaciones de alrededor del 40% de los sufragios.

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