Actualidad ChileChileMovimientos en Chile

¿Qué es el «lavado rosa» o «pinkwashing»?¿Es posible una derecha LGBTI? A propósito del escenario de Fundación Iguales en Plaza de la Dignidad

En el contexto de las duras condiciones de represión y militarización que vive nuestro país desde Octubre pasado y desde la llegada de la pandemia del Coronavirus y las condiciones de cuarentena y confinamiento puestas por el Gobierno de Piñera, desde ayer sábado llamó la atención la instalación de una estructura en plena Plaza de la Dignidad, en el centro simbólico de la capital chilena y de las protestas y revuelta o rebelión popular de los últimos 8 meses.

Tal cosa no podía pasar sin autorización del Gobierno y la autoridad militar y policial que controla férreamente la zona, donde incluso se impide a las personas acercarse al monumento del controvertido General Manuel Baquedano. En un principio, en las redes sociales cundió la especulación y se conjeturaba que podía ser un acto del Gobierno de Piñera o algúna torpeza similar.

Pero no. A las pocas horas, se supo que se trataba de una instalación y acto autorizado a favor de la «Fundación Iguales», dedicada a temas de derechos LGBT, y conocida por su condición elitista y favorable a entendimientos y cercanías con las derechas. En redes sociales, muchos recordaron que en dicha fundación ffiguran entre sus directores Luis Larraín Leib, recordado por aparecer en la franja televisiva de la candidatura presidencial de Sebastián Piñera, o la jueza Atala, quien a pesar de haber sido discriminada por su condición de género y tener un bullado caso judicial internacional contra el Estado de Chile, ha tenido decisiones judiciales cómplices con la cruenta represión policial en el contexto de las protestas populares de los últimos meses.

En otras situaciones polémicas, otra organización referente del mundo LGBT en Chile, Movilh, anunció en una gráfica donde se pone a «rostros» de televisión que han tenido innumerables posicionamientos conservadores y hasta reaccionarios.

Es más. El viernes pasado, Movilh anunció que premiaría a las “héroes y heroínas” del Covid-19, entre quienes se encuentra la Subsecretaria de Prevención del Delito del Gobierno de Piñera, Katherine Martorell. En redes sociales de inmediato comenzaron a circular críticas sobre esto, habida cuenta no sólo de la generalizada violación a Derechos Humanos del Gobierno en que la aludida participa en un cargo vinculado con la represión policial, si no que además una elocuente foto donde ella aparece en una postura muy amigable nada menos que con el principal sospechoso de haberle disparado en numerosas ocasiones a Gustavo Gatica, haciéndole perder sus dos ojos, el carabinero Claudio Crespo Guzmán, conocido como ‘G-3’ por su identificación visual en el casco de su traje como integrante de las cruentas Fuerzas Especiales.

Nicolás Mendoza, vicepresidente nacional de la Juventud del Partido de derecha Evópoli.

¿Es posible ser de derecha y LGBT?

Alguien podrá decir, y es un frecuente argumento para defender o justificar este tipo de situaciones, que la lucha por los derechos LGBT es «independiente» de otras luchas, y que las personas con opciones de diversidad sexual «no tienen por qué ser de izquierda». Diseccionemos esta argumentación.

Nadie sensato podría afirmar que todas las personas que tengan una opción o condición de diversidad sexual tengan que asumir una postura de izquierdas. Sin embargo, no puede dejar de llamar la atención que personas que integran identidades o comunidades que han sido históricamente discriminadas por sus opciones, terminen siendo tan cercanas a posturas conservadoras y de derechas, que tradicionalmente han mostrado una muchas veces brutal intolerancia ante esas opciones. Pero se podría decir, contra argumentando, que las cosas cambian. Y ahí sí, hay algo de cierto: En el mundo occidental sobretodo, alguna parte de las derechas y elites han venido aceptando e incorporando a las demandas y reivindicaciones LGBT en sus concepciones de mundo y programas políticas. De hecho, en las últimas décadas, esa ha sido una notoria tendencia, y en la medida que se han abierto paso la consagración de derechos para la población LGBT en numerosos países, han ido a su vez surgiendo numerosas corrientes de derechas o «Conservadurismo LGBT«. En el caso de nuestro país, ha sido muy notorio esto en el caso del partido Evópoli, que ha intentado expresar «por derecha» y desde posturas liberales a una parte del mundo de la diversidad sexual (Ver el texto de Nicolás Mendoza Morales, Vicepresidente de la Juventud Evópoli). O, en el caso de España, con el partido de derechas «Ciudadanos» (Ver «Ciudadanos y el colectivo LGTB, entre el pinkwashing y el homonacionalismo»).

Esto, además, converge con ciertas formas de entender lo que se ha llamado como «políticas de la identidad», en la que las formas particulares de opresión o dominación terminan siendo vistas de una forma individualista y desarraigada y desvinculada de otras luchas. En el extremo opuesto de la idea de que entre los distintos sujetos discriminados, oprimidos, dominados tendría que haber una solidaridad y alianzas que refuercen y expresen un programa de tranformación radical de las sociedades, esta idea promueve la división de problemas, la fragmentación de las organizaciones y luchas. Estas tendencias divisionistas son particularmente notorias en la temática LGBT, pero también son muy visibles en el caso de las luchas antiraciales (Ver «Las «políticas de la identidad» y la división del movimiento popular: El caso de las luchas antiracistas. Entrevista a Asad Haider»), en ciertos sectores liberales o «posmodernistas» del movimiento feminista, o en los nacionalismos chovinistas antiinmigrantes, para citar algunos ejemplos.

¿Qué es el «pinkwashing» o «lavado rosa»?

Pero es más, agregar otra dimensión adicional. Actores encumbrados en las cúpulas del poder político y económico del mundo occidental han venido poniendo estas temáticas como una «punta de lanza» en sus fundaciones y programas de financiamiento a un sinnúmero de organizaciones y movimientos vinculados a estos temas. Conocida es la prioridad que le ha puesto a estos temas la «Open Society» del poderoso e influyente magnate George Soros, y numerosas instancias, fundaciones, organizaciones no gubernamentales relacionadas con los altos poderes del mundo, que parecen ver en estas temáticas un prioritario tema de interés para destinar recursos y financiamiento.

Se podrá decir que todo eso es legítimo. El problema, desde una perspectiva que apunte a una transformación de las sociedades que aborde las múltiples formas de opresión y apunte a una emancipación social en todas sus dimensiones, es que tales estrategias terminan encubriendo e intentando «lavarle la cara» a otras formas de ejercicio de poder y dominación. Muchas veces, de maneras encubiertas que es importante develar. Llegamos aquí al tema de lo que se ha llamado como «pinkwashing» o «lavado rosa».

Con estos términos se hace referencia a una estrategia política y comunicacional de «lavado de cara» por parte de ciertos actores y poderes que, utilizando la temática de los derechos LGBT, intentan ponerse como «progresistas» y «proderechos», mientras son protagonistas de variadas e innumerables formas de violación de derechos y opresión en otras dimensiones. Sucede algo similar en otro de los ámbitos antes mencionados, con el «purplewashing» o «lavado lila».

Un ejemplo muy patente de lo anterior se puede apreciar, además del citado caso de las ongs de George Soros y demases, en el caso del Estado de Israel, que ha sido referencial en esta pretensión de mostrarse «progre» vinculándose a los derechos y reivindindicaciones LGBT, mientras ejerce una dominación criminal y totalitaria contra el Pueblo Palestino.

Por cierto, todo lo aquí señalado no tiene por objeto menospreciar las luchas y reivindicaciones y movimientos de la Diversidad Sexual, si no que, por el contrario, mostrar algunas cuestiones que permiten defenderlo de los oportunismos y manipulaciones varias que podrían terminar conviertiéndolo en nuevos conservadurismos y formas de opresión.


¿Qué es el pinkwashing? | 4 preguntas para detectarlo, Silvia Fanton.

El pinkwashing o “lavado rosa” como trampa del capitalismo, Claudia Mallo, Izquierda Diario.

Conservadurismo LGBT, y «Pinkwashing» en Wikipedia.

Foto de encabezado: Marcha del Orgullo Gay en Nueva York, Estados Unidos.


Nota relacionada:

Ver también

Botón volver arriba