¿Cuál es el modelo económico en China? 10 preguntas y respuestas sobre el «Socialismo con características chinas»

En el marco del impresionante desarrollo de la República Popular China en las últimas décadas, el modelo económico chino viene siendo objeto de múltiples debates y definiciones. Para los defensores del capitalismo occidental, es usual el señalar que China se trataría de un modelo híbrido en el que se mezcla un sistema político «comunista» con un modelo económico y social capitalista. Sin embargo, si va a los hechos y a las propias definiciones del Partido Comunista de China , de los Planes Quinquenales y demás documentos que definen la dirección política y económica del gigante asiático, lo que existe en China es una sociedad socialista de mercado, con una orientación hacia una sociedad socialista más avanzada y un horizonte comunista que no se ha abandonado. ¿Cómo define su modelo económico la República Popular China? ¿Cómo está regulada la propiedad? ¿Qué son los Planes Quinquenales? ¿Qué son las Zonas Económicas Especiales? ¿Cómo opera la participación democrática en las empresas chinas? ¿Cómo caracterizan la actual fase de desarrollo del socialismo los órganos de gobierno? ¿Cómo se relaciona el modelo económico chino con la política exterior? Aquí damos una reseña de respuestas a estas preguntas.
1. ¿Cómo define su modelo económico la República Popular China?
El modelo económico es definido en numerosos documentos oficiales y en la Constitución de la República Popular China como una economía socialista de mercado. En la Constitución, en su artículo 15 se dice: «El Estado ha puesto en práctica la economía socialista de mercado. El Estado fortalece la formulación de la legislación económica, mejora los ajustes macro-económicos y controla e impide, de acuerdo con lo previsto en la ley, que cualquier unidad o individuo interfiera con el orden social económico».
El socialismo con características chinas intenta combinar las ventajas del socialismo con las de los mecanismos de mercado. Esta formulación fue construida sobre la base de los principios socialistas impulsados desde el triunfo de la Revolución China en 1949, y en especial desde fines de los años 1970s, con las reformas impulsadas bajo el liderazgo de Deng Xiaoping. El sistema se estructura bajo el liderazgo del Partido Comunista de China y la conducción de los poderes y órganos del Estado. El modelo se adhiere a la dirección del desarrollo socialista, manteniendo la posición dominante de la propiedad pública y promoviendo el desarrollo conjunto de múltiples formas de propiedad.

En este sistema, el Estado desempeña un papel decisivo en la asignación de recursos por parte del mercado. Es decir, no se trata de un mercado bajo las mismas regulaciones y dinámicas del «libre mercado» capitalista, si no que un mercado con una incidencia protagónica del Estado y lo público en su estructura y formas de coordinación y administración.
La orientación comunista está presente en los objetivos socialistas del sistema. Es decir, siendo una sociedad gobernada por el Partido Comunista de China, éste define el comunismo como un objetivo hacia el cual dirigirse, manteniendo la caracterización del «comunismo» elaborada por el cuerpo teórico del marxismo, que señala que la sociedad comunista es la superación del capitalismo, la sociedad de clases, la división social del trabajo, y el propio Estado.
El Partido Comunista de China reconoce que su sociedad está aún situada en un orden capitalista de escala mundial, que al interior de China hay clases sociales, desigualdad, insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas, entre otras condiciones que aún mantienen al país en un socialismo no avanzado. En ese contexto, se tiene como objetivo inmediato la construcción de un desarrollo socialista avanzado, superador de las desigualdades, desequilibrios e inestabilidades en el que se mueve hoy.
En lo presente, el modelo económico chino enfatiza la innovación como núcleo de su desarrollo, esteblace entre sus objetivos la promoción del desarrollo de alta calidad, la apertura y la cooperación mutuamente beneficiosa a nivel internacional, y manifiesta su compromiso con la prosperidad común.
La orientación socialista está dirigida a obtener logros crecientes en el desarrollo social, la mejora significativa de la vida de las personas, y el crecimiento de las capacidades productivas del país. Con ello, el sistema se propone también realizar una contribución a un orden económico mundial más equitativo y colaborativo.
2. ¿Cómo está regulada la propiedad en la República Popular China?
Como en la generalidad de los países, en la República Popular China el estatuto de la propiedad está definido y protegido por la Constitución y las leyes, entre otras, en el Código Civil chino. China implementa un sistema económico en el que la propiedad pública es dominante y diversas formas de propiedad se desarrollan conjuntamente.
De este modo, en China coexisten varias formas de propiedad, resultado de la coexistencia entre el modelo socialista de economía planificada y las reformas de mercado iniciadas a fines de los años 70 con la conducción de Deng Ziaoping. El sistema actual reconoce y regula diferentes tipos de propiedad bajo el principio de una economía mixta con predominio de la propiedad pública.
La Propiedad Pública (Gōngyǒu Zhì) incluye dos categorías: la Propiedad de Todo el Pueblo y la Propiedad Coleciva.
La Propiedad de Todo el Pueblo (Quánmín Suǒyǒu Zhì) es controlada por el Estado (gobierno central y local), e incluye recursos estratégicos (tierras, minerales, aguas), infraestructuras clave (ferrocarriles, energía) y empresas estatales (PetroChina, Sinopec). La tierra urbana es propiedad estatal y es comprendida en esta categoría; los ciudadanos solo tienen derechos de uso temporal, que en el caso de las viviendas es de 70 años.
Por su parte, la Propiedad Colectiva (ítǐ Suǒyǒu Zhì) pertence a comunidades rurales o a cooperativas, y comprende entre otras a las tierras agrícolas que son usadas por familias campesinas bajo contratos de larga duración, pero sin propiedad privada absoluta.
Al mismo tiempo, la propiedad privada y otros tipos de propiedad no pública que existen legalmente también son protegidas por la ley del estado.
La propiedad no pública (Fēi Gōngyǒu Zhì) comprende a la propiedad privada individual o propiedad personal, es decir bienes personales (viviendas, automóviles, ahorros) y negocios familiares pequeños (tiendas, bazares, talleres, emprendimientos de pocos montos), y a la propiedad privada empresarial, que está sujeta a supervisión estatal que promueve su desarrollo, pero bajo el marco de la planificación estatal y con límites en sectores estratégicos. También aquí se comprende a la propiedad extranjera, con las inversiones de capitales foráneos (con ejemplos de gran magnitud como Tesla en Shanghai, Apple con Foxconn).
Tambien existe la Propiedad Mixta, es decir aquella que combina capital estatal y privado. Bajo esta categoría existen las empresas de accionariado estatal, donde Estado mantiene el control accionarial mayoritario, pero con participación privada (por ejemplo, el Bank of China), y las Alianzas Público-Privadas de proyectos conjuntos en infraestructura o tecnología.
Lo señalado marca diferencias sustantivas con el modelo dominante en occidente. Por ejemplo, mientras en China la tierra y los bienes comunes y recursos naturales, son siempre propiedad pública, en occidente suelen ser privatizables. Similar coda ocurre con las empresas en actividades estratégicas.
Además, hay marcados límites a la acumulación con impuestos a las mayores riquezas. El sistema chino siempre se adhiere a la idea de desarrollo centrada en las personas, protege los derechos de propiedad de diversos sujetos de mercado de acuerdo con la ley, promoviendo la vitalidad del mercado y la justicia social, asegurando así la prosperidad y estabilidad a largo plazo de la economía y la sociedad del país.
En la República Popular China, el concepto de «propiedad personal» se refiere a los bienes y derechos legítimamente adquiridos por los ciudadanos, protegidos por la Constitución y las leyes. Según el Código Civil de China (2020), la propiedad personal incluye bienes de uso cotidiano, como viviendas, vehículos, electrodomésticos y otros objetos personales; ingresos legales, como salarios, bonificaciones, ganancias de inversiones y beneficios empresariales; ahorros y activos financieros, como depósitos bancarios, acciones, fondos y seguros; propiedad intelectual, como patentes, derechos de autor, marcas registradas y otros activos intangibles; y medios de producción en el caso de trabajadores por cuenta propia o empresas privadas (pequeños negocios, talleres, etcétera).
La Constitución de China en su artículo 13 y el Código Civil chino garantizan que la propiedad privada legítima es inviolable: «La legítima propiedad privada de los ciudadanos es inviolable. El Estado, de acuerdo con lo previsto en la ley, protege los derechos de los ciudadanos a la propiedad privada y su herencia. El Estado, en aras del interés público y de acuerdo con lo estipulado por la ley, puede expropiar o requerir la propiedad privada para su uso y debe hacer una compensación por la propiedad expropiada o requerida».
En virtud de esta inviolabilidad, y a pesar de la rotunda declaración de que «La tierra urbana es propiedad del Estado» (artículo 10 de la Constitución), es que se da un curioso fenómeno: el de las «casas clavos» (dīngzi hù) que quedan en medio de obras de diverso tipo, quedando enclavadas en extrañas locaciones a causa de la negativa de sus propietarios. Son muchas las notas en los medios occidentales en los que se muestra con sorpresa estos innumerables casos de «casas clavo» (por ejemplo estas notas en El País España o Euronews).
Con todo, en numerosas normas se impone la prohibición de su uso para actividades ilegales o que perjudiquen el interés público: «El Estado ha puesto en práctica la economía socialista de mercado. El Estado fortalece la formulación de la legislación económica, mejora los ajustes macro-económicos y controla e impide, de acuerdo con lo previsto en la ley, que cualquier unidad o individuo interfiera con el orden social económico«, se lee en el artículo 15 de la Constitución.
Este enfoque de estas y otras normas reflejan el modelo de economía de mercado socialista, donde se equilibra el desarrollo económico con los principios socialistas.
3. ¿Qué son los Planes Quinquenales en la República Popular China?
Los Planes Quinquenales o «Directrices Quinquenales» (Wǔnián Jìhuà) son la herramienta central de planificación económica y social de la República Popular China, diseñados bajo el liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh) para establecer las prioridades de desarrollo del país en períodos de cinco años. Estos planes reflejan la estrategia de economía de mercado socialista, combinando objetivos estatales con mecanismos de mercado.
Los Planes Quinquenales se iniciaron en 1953 en los primeros años tras el ascenso de la Revolución China en 1949, influenciados por el modelo soviético y evoluciondo para adaptarse a las características específicas de China. Su objetivo declarado es coordinar el crecimiento económico, reducir desigualdades, promover la innovación tecnológica y garantizar la estabilidad social bajo los principios del socialismo con características chinas.

Desde 1953 China ha implementado 14 Planes Quinquenales (el actual, 2021–2025), y cubren áreas clave como industria, tecnología, medioambiente, infraestructura y bienestar social. Desde el proceso de reforma y apertura iniciado en 1978 con Deng Xiaopong, los planes adoptaron mecanismos de mercado que fueron flexibilizando la planificación centralizada. Su proceso de elaboración está dirigido por el Partido Comunista de China y el Gobierno central, aunque involucra consultas a expertos, empresas públicas, y gobiernos regionales y locales. Son aprobados por el Congreso Nacional del Pueblo.
El presente Plan Quinquenal (2021-2025) (Ver Esquema del XIV Plan Quinquenal (2021-2025) para el Desarrollo Económico y Social Nacional y Visión 2035 de la República Popular China).
4. ¿Qué son las Zonas Económicas Especiales en China?
Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) en China son áreas diseñadas para experimentar con políticas económicas más abiertas y dinámicas que en el resto del país. Establecidas a comienzos de los años 1980s, es decir al inicio del proceso de reformas conducido por Deng Xiaoping. Estas zonas se convirtieron en laboratorios de modernización y crecimiento, sentando las bases del impresionante despegue económico chino de estas últimas décadas.
Tras décadas de economía planificada tras el triunfo de la Revolución en 1949, China dio un giro estratégico a fines de los años 1970s bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, quien impulsó una política de apertura gradual al mercado global y las cadenas de producción y comercio mundial. En 1980, nacieron las primeras cuatro ZEE: Shenzhen, Zhuhai, Shantou (todas en la provincia de Guangdong) y Xiamen (en la provincia de Fujian). En 1988 se sumó la isla de Hainan como una zona económica especial a gran escala.

Estas áreas fueron elegidas por su cercanía con Hong Kong, Macao y Taiwán, lo que facilitó la atracción de inversión extranjera y el comercio internacional. Mientras Hong Kong fue recuperada de la ocupación británica en 1997 y lo mismo con respecto a la ocupación portuguesa en Macao en 1999, la isla de Taiwán permanece bajo el control de facto de los opositores a la Revolución de 1949, permaneciendo con el nombre de «República de China». En lo que respecta a Hong King y Macao, permanecen como «Regiones Administrativas Especiales» (distintas a las ZEE) y dan expresión a lo que se conoce como «Un país, dos sistemas».
Las ZEE ofrecen condiciones especialmente favorables para las empresas y la inversión, con incentivos fiscales, como impuestos más bajos para atraer capital extranjero, facilidades administrativas como procesos más rápidos y autónomos para aprobar proyectos y contratos, infraestructura moderna como puertos, carreteras y zonas industriales de primer nivel, mayor flexibilidad laboral y comercial para facilitar la producción orientada a la exportación.
Estas zonas fueron pensadas como entornos controlados donde el gobierno podía probar nuevas reglas de juego económicas sin aplicar cambios radicales en todo el país. El caso más famoso es Shenzhen, que en 1980 era una aldea pesquera con menos de 30 mil habitantes, y hoy es una ciudad de más de 17 millones de personas y núcleo global de innovación tecnológica, sede de gigantes como Huawei y Tencent.
El éxito de las primeras ZEE llevó a China a replicar el modelo en otras formas, como las Zonas de Desarrollo Económico y Tecnológico, las Zonas Francas, o las más recientes Zonas Piloto de Libre Comercio, como la creada en Shanghai en 2013. Estas variantes buscan seguir impulsando la inversión y adaptarse a los desafíos del comercio global actual.
Las ZEE no solo transformaron regiones específicas, sino que ayudaron a redefinir el modelo económico de China, permitiendo la coexistencia de elementos de mercado dentro de un sistema socialista. Hoy, estas zonas siguen siendo un pilar clave en la estrategia de desarrollo del país, orientado a la innovación, la competitividad y la apertura controlada.
5. ¿Qué medidas y políticas tiene China contra la corrupción empresarial y pública-privada?
China ha implementado un sistema integral y estricto para combatir la corrupción, tanto en el ámbito empresarial como en las interacciones público-privadas. Estas medidas reflejan el compromiso del Partido Comunista de China (PCCh) y del gobierno con la gobernanza limpia y el Estado de derecho socialista.
Se ha establecido un férreo marco Legal e institucional para la prevención, el control y el castigo a la corrupción. Ejemplo de esa legislación es la Ley de Supervisión (2018) que creó la Comisión Nacional de Supervisión (CNS), un órgano independiente que fusionó las antiguas agencias anticorrupción e investiga a todos los funcionarios públicos y empleados de empresas estatales.
Por su parte, el Código Penal penaliza fuertemente el cohecho, malversación y abuso de poder, con penas que incluyen multas, prisión e incluso cadena perpetua para casos graves.
Además de ello, deben considerarse las formas de gobernanza y control del Partido Comunista, en cuyo interior se ha creado la Comisión Central de Inspección Disciplinaria (CCID), órgano interno del partido que supervisa la disciplina partidaria, por ejemplo, supervisando y sancionando a los miembros corruptos. Por la interrelación entre Estado y Partido, estos mecanismos influyen directamente en las evaluaciones, permanencia y ascensos de los funcionarios estatales y autoridades.
Por su parte, también hay numerosas medidas y políticas de referidas a controlar la Corrupción Público-Privada. Entre ellas, en la prohibición de conflictos de interés, los funcionarios no pueden tener negocios privados o invertir en sectores que regulan, y se implementan declaraciones obligatorias de patrimonio para altos cargos que son fuertemente controladas tanto por los controladores en el Estado como en las instancias partidarias.
Con estos objetivos, se ha emprendido una férra lucha contra el «capitalismo de amigos»: Se investigan conexiones ilícitas entre empresarios y funcionarios (ejemplo, el caso Wu Xiaohui de Anbang Insurance en 2018), y se imponen restricciones a los préstamos bancarios privilegiados a empresas vinculadas a dirigencias políticas, y existe una fuerte supervisión a las empresas estatales (SOEs), con auditorías obligatorias y rotación de directivos para evitar redes de corrupción.
En lo que respecta a las políticas contra la corrupción empresarial, existe una fuerte regulación a las grandes empresas privadas, con investigaciones a sectores de alto riesgo (bienes raíces, finanzas, tecnología), que ha dado lugar a conocidos casos, por ejemplos, la quiebra y cese de actividades de la mega empresa inmobiliaria Evergrande (2021) por deuda y malas prácticas, las enormes multas a la empresa de comercio Alibaba (2021) y de transporte de pasajeros Didi (2022) por abusos monopolísticos y opacidad.
Junto con todo lo anterior, hay un sistema integrado de las miles de licitaciones públicas que realiza el Estado en sus distintos niveles, en una amplia política de transparencia en las contrataciones públicas, con la plataforma digital «China Government Procurement Net«.
Por otra parte, hay un uso intensivo de la tecnología y vigilancia tecnológica, con un «Big Data Anticorrupción«, con sistemas como «Sky Net» que rastrean transacciones sospechosas y movimientos de funcionarios, posibles empresas fantasmas o triangulaciones ilícitas, «Blockchain» para registrar contratos públicos y reducir fraudes, y plataformas para la recepción de denuncias ciudadanas, con aplicaciones móviles y webs como «CCDI Website» que permiten reportar corrupción anónimamente.
Existe un sistema de fuertes sanciones, incluyendo campañas públicas de recepción de denuncias y auditorías, como la Campaña «Cazar Tigres y Moscas». En ese marco, desde 2012, se han investigado a miles de funcionarios, incluidos altos cargos como, por ejemplo, Zhou Yongkang (exjefe de seguridad, cadena perpetua en 2015), Lai Xiaomin (exbanquero, ejecutado en 2021 por sobornos), y grandes empresas sancionadas, con multas récords como por ejemplo los $2.800 millones de dólares a Tencent en 2021 por infracciones a la legislación antimonopolios.
En el campo de la Educación y Cultura, funcionarios y empresarios reciben cursos de formación en ética socialista, en muchas ocasiones de carácter obligatorios. Esto, unido a una fuerte publicidad y propaganda anticorrupción, con series como «In the Name of the People» (2017), una famosa serie de una Fiscalía que combate la corrupción en una ciudad ficticia china actual promueviendo valores anticorrupción, y que contó con un cuantioso financiamiento de la la Fiscalía Popular Suprema, la máxima autoridad responsable de la investigación y el enjuiciamiento en China.

Según variados organismos como Transparencia Internacional, China mejoró su índice de percepción de corrupción (puesto 65 en 2022, vs. 80 en 2012), y se ha constatado una fuerte reducción de sobornos por medio del mecanismo de las licitaciones públicas. Por su parte, numerosos estudios han mostrado una alta adhesión de la ciudadanía china al sistema político de gobierno, teniendo en la valoración frente al combate a la corrupción uno de los puntos altos.
En resumen, China combina leyes duras, tecnología y control político para atacar la corrupción. Aunque persisten desafíos, el enfoque ha sido más agresivo que en muchos países occidentales, donde la corrupción empresarial suele tratarse con multas en lugar de penas criminales. Este sistema refleja la prioridad del PCCh en evitar que la corrupción socave la estabilidad del sistema y la consolidación de su desarrollo social y económico.
6. ¿Cómo opera la participación democrática en las empresas chinas tanto estatales como privadas?
En China, la participación democrática en las empresas (tanto estatales como privadas) opera bajo un modelo único que combina dirección del Partido Comunista de China (PCCh), mecanismos de consulta interna y estructuras legales propias del sistema de economía de mercado socialista. A diferencia de los modelos occidentales de democracia corporativa (como los sindicatos independientes o las juntas directivas electas por accionistas sin injerencia estatal), el enfoque chino prioriza la armonía laboral, la estabilidad social y la alineación con los objetivos nacionales.
En las Empresas Estatales (SOEs), la participación democrática está formalizada y supeditada al liderazgo del PCCh, en los Comités del Partido en las Empresas. Todas las SOEs tienen un comité del PCCh integrado en su estructura de gobierno, incluso en ocasiones por encima de la junta directiva de la empresa. Este comité supervisa decisiones estratégicas (como inversiones, nombramientos) para garantizar que cumplan con las políticas aprobadas en las instancias de gobierno del país, como las resoluciones de las «Dos Sesiones» o los Planes Quinquenales.
En muchas empresas, la conducción está dada por las direcciones del Partido en la empresa, e incluso los mismos cargos se entremezclan. Por ejemplo, en el caso de la mega petrolera PetroChina, el secretario del Partido suele ser también el presidente ejecutivo de la empresa.
Los empleados pueden acceder a información sobre políticas internas y tomar decisiones en asuntos de la empresa, pero en todo caso no intervienen en decisiones clave como fusiones o privatizaciones parciales.
Distinto es el caso de las empresas privadas, donde la participación democrática es más flexible pero también regulada. Desde 2017, el PCCh impulsó la creación de células partidistas en todas las empresas privadas (incluidas multinacionales como Tesla o Apple), cuyo rol es asesorar en cumplimiento legal y valores socialistas, eso sí, sin gestionar operaciones ni intervenir en la conducción de la empresa. Como ejemplo de ello, en empresas como Alibaba, el comité del Partido Comunista organiza campañas de «estudio político» para empleados.
A la vez, se llevan a cabo mecanismos de consulta no vinculantes como reuniones periódicas entre gerencia y empleados para discutir condiciones laborales, pero sin derechos de veto de parte de las organizaciones sindicales. Las huelgas están permitidas, pero no alcanzan números muy altos y suelen ser solucionadas prontamente, habiendo sí períodos con mayor conflictividad laboral. En empresas mixtas (capital privado-extranjero) como en las privadas, se fomenta fuertemente la «armonía laboral» para evitar conflictos.
Los sindicatos oficiales, agrupados en la Federación Nacional de Sindicatos de China (ACFTU) y con más de 300 millones de trabajadoras y trabajadores afiliados, negocian salarios y beneficios, y conforman una de las organizaciones más extensas en la vida social del país. Generan propuestas legislativas presentadas ante el Congreso o Asanblea Nacional del Pueblo . En las empresas privadas, el sindicato suele ser manejado por la empresa pero bajo supervisión estatal.

7. ¿Cuáles son las principales empresas estatales en China?
China cuenta con un núcleo de empresas estatales (SOEs, por sus siglas en inglés) que dominan sectores estratégicos de la economía, bajo el control directo del Gobierno Central o gobiernos locales. Estas empresas son pilares del modelo de economía de mercado socialista y operan bajo la supervisión del Partido Comunista de China (PCCh).
Primero, cabe considerar a las empresas bajo la SASAC, la Comisión de Supervisión y Administración de Activos del Estado. Esta entidad gestiona las 98 mayores SOEs centrales (al año 2024), enfocadas en sectores clave como energía, petróleo, Infraestructura y construcción, industria pesada, tecnología, finanzas, entre otras. Un breve listado de ellas.
En Hidrocarburos, Sinopec es la mayor refinadora de petróleo del mundo, y PetroChina es el principal productor de crudo y gas.
En energía, «State Grid» tiene el monopolio de la transmisión eléctrica, y opera en 26 países.
En Infraestructura y Construcción, China Railway Group es una empresa constructor líder de ferrocarriles (incluido el tren bala), China Communications Construction realiza megaproyectos como puertos y carreteras de la Ruta de la Seda.
En Industria Pesada, AVIC es fabricante de aviones militares y civiles (competidor de Boeing), y China Baowu Steel es el mayor productor de acero del mundo, con el 10% de la producción global.
En el sector financiero, ICBC es el banco más grande del mundo por activos, y «China Life Insurance» la mayor aseguradora estatal.
La COSCO Shipping controla el 10% del transporte marítimo mundial, incluyendo puertos en Grecia (Pireo) y América Latina, con el emblemático proyecto portuario de Chancay, Perú. Y PowerChina es líder en proyectos hidroeléctricos en África y Asia.
Además de estas empresas administradas por la la SASAC, Comisión de Supervisión y Administración de Activos del Estado, hay empresas bajo otros organismos estatales, como la China Aerospace Science and Technology Corp (CASC) que desarrolla el programa espacial, sus cohetes y satélites con las misiones lunares Chang’e y la Estación Espacial china, y la China National Nuclear Corp (CNNC) dedicada a la energía nuclear y defensa estratégica.

Las Empresas Estatales chinas en su conjunto representan el 40% del PIB del país y el 60% de la capitalización bursátil. Controlan sectores como energía, defensa, transporte y comunicaciones, considerados «columna vertebral» de los Planes Quinquenales y del proyecto nacional.
En reformas recientes, en particular desde el año 2015, el PCCh impulsa la modernización de estas empresas y si es necesario reestructurarlas (con fusiones, conversión en sociedades con coparticipación privada, búsquedas de mayor eficiencia), pero en general se ha priorizado el intentar no privatizarlas.
Con estas empresas estatales, hay un grupo de empresas privadas que interactúan estrechamente con las públicas y los planes gubernamentales, en áreas esenciales como, por ejemplo, las de alta tecnología, donde resaltan empresas como Xiaomi, JD, Meituan, DJI, Baidu, BYD, ByteDance, Tencent, Alibaba Cloud, o Huawei.
8. ¿Cuáles son los principales desafíos y complejidades del modelo económico según las propias evaluaciones del gobierno chino?
El Estado chino cuenta con una compleja red de tomas de decisión económica que tienen en su centro al Partido Comunista, los Planes Quinquenales y los debates de las «Dos Sesiones» (es decir del Congreso o Asamblea Nacional Popular y de la Conferencia Consultiva Política). Esta conducción ha obtenido un éxito rotundo en la transformación del país en una potencia económica global. Con todo, según las evaluaciones de estas instancias, existen desafíos y complejidades que se intentan abordar con determinación y visión estratégica.
Desde las propias evaluaciones del gobierno de China, el desafío actual está en emprender una transición hacia un «desarrollo de alta calidad», es decir, pasar de un desarrollo basado en la inversión y las exportaciones, a uno impulsado por la innovación, el consumo interno y la sostenibilidad, como se refleja en el 14º Plan Quinquenal (2021-2025).
En la planificaciones actuales, enlazado con ello está la reducción de desigualdades y desequilibrios al interior de la sociedad china. Aunque la pobreza extrema ha sido erradicada, persisten brechas entre zonas urbanas y rurales, así como entre regiones. Abordando ello, las políticas de «prosperidad común» buscan equilibrar el desarrollo en beneficio de las mayorías populares y todas las regiones del gigantesco país de 1.4 mil millones de personas.
Un tema particularmente presente y con cada vez mayor relevancia está en las políticas ambientales y ecológicas. China se ha propuesto construir una «Civilización Ecológica» y dentro de ello se han impulsado varios planes y programas en distintas áreas. Entre ellas, se ha avanzado y avanza hacia la neutralidad de carbono (propuesto para el 2060), siendo el desafío es equilibrar el crecimiento industrial con la reducción de emisiones, promoviendo energías limpias. También se ha desplegado un gigantesco plan de forestación y desertificación, que tiene a China, por lejos, como el país del mundo con mayores recursos puestos en forestación y retroceso de desiertos.

Uno de los objetivos del presente chino es el comienzo de un proceso de envejecimiento poblacional. La disminución de la tasa de natalidad y el aumento de la población mayor han motivado reformas en e sistema de seguridad social y la promoción de políticas de apoyo familiar que aseguren el equilibrio demográfico del país.
Otro desafío es el de la autosuficiencia tecnológica. Las restricciones internacionales motivadas por las políticas de guerra comercial de parte de Estados Unidos, han acelerado la necesidad de independencia en sectores clave como los semiconductores, bajo el principio de «innovación autónoma».
Entre los problemas que ha habido en los años recientes, uno considerable es el de la estabilidad del sector inmobiliario. Tras los problemas en empresas como Evergrande, se busca regular el mercado para evitar riesgos financieros y de especulación, sin frenar el crecimiento del sector.
Otro factor crítico es el que se tiene por los permanentes problemas de inestabilidad a nivel mundial. En ese plano, China apuesta por una integración económica global, comprometiéndose con la aperturas y mayores niveles de colaboración y cooperación a escala planetaria, a sabiendas sí, del contexto de tensiones comerciales. En ese marco, promueve estrategias como el de la «Circulación Dual» (Shuāng Xúnhuán) tanto a nivel de los mercados interno como externo, con instancias como la Organización de Cooperación de Shangai, o el espacio multilateral BRICS.
9. ¿Cómo caracterizan la actual fase de desarrollo del socialismo los órganos de gobierno de la República Popular China?
lo que dicen los propios documentos oficiales del PCCh, el XIV Plan Quinquenal (2021-2025), el XX Congreso (2022) y los Informes de Trabajo presentados en las Dos Sesiones (Congreso Nacional del Pueblo y la CCPPCh) acerca de la fase actual del socialismo en China:
El XX Congreso del PCCh (2022) reafirma que China “ha entrado en una nueva etapa del socialismo con peculiaridades chinas para la nueva era”, donde la tarea central es construir un país socialista moderno en todos los aspectos y avanzar hacia la “gran revitalización de la nación china” hacia mediados de siglo.
De este modo, el momento actual se caracteriza como una etapa intermedia: no es ya “socialismo inicial” en sentido estricto, pero tampoco la madurez socialista. Es una fase de transición hacia la modernización socialista.
Tanto el XIV Plan Quinquenal como los Informes de Trabajo 2023-2025 señalan que esta fase está marcada por un viraje desde el “crecimiento rápido” hacia el llamado “desarrollo de alta calidad” (gaozhiliang fazhan). Esto implica centrar el desarrollo en factores cualitativos como la innovación, la productividad y la sostenibilidad, en lugar de expansión cuantitativa.
Esta modernización socialista se define como una modernización “distinta de la occidental”, que combina prosperidad común, armonía entre ser humano y naturaleza (acorde al objetivo de «Civilización Ecológica», innovación tecnológica propia, y liderazgo del Partido conforme a los lineamientos de la transición hacia un socialismo avanzado.
Para esto, los documentos señalan constantemente la necesidad de profundizar la autosuficiencia y la seguridad, remarcando que la “fase actual” exige fortalecer las cadenas industriales y tecnológicas para enfrentar las restricciones externas, una gran parte de ellas, derivada de las políticas y medidas tomadas por el gobierno de Estados Unidos y las otras potencias occidentales frente al empuje de la economía china.
Esta fase de desarrollo socialista se concibe con el central fin de aumentar la prosperidad común entendida no como igualitarismo, sino como reducción de desigualdades y fortalecimiento y universalidad de servicios públicos.
Por su parte, hay una permanente referencia a la necesidad de afianzar la estabilidad del modelo, señalando al desarrollo y la estabilidad como “dos alas de un pájaro”.
Los documentos reconocen que el socialismo en China sigue en su fase primaria, pero subrayan que las contradicciones han cambiado: ya no es “pueblo vs. atraso productivo”, sino “desarrollo desequilibrado e insuficiente vs. creciente necesidad del pueblo de una vida mejor” (formulación oficial del XIX y XX Congreso).
Se recalca que esta fase está marcada por problemas y desafíos como el envejecimiento poblacional, las presiones externas (tensiones con EE. UU. y entorno incierto), la necesidad de una transición verde y digital, y los riesgos financieros internos.
10. ¿Cómo se relaciona el modelo económico chino con la política exterior de la República Popular China?
La relación entre el modelo económico chino y su política exterior es profunda, estratégica y se refuerzan mutuamente. Se puede entender como un ciclo virtuoso (desde la perspectiva china) donde el desarrollo económico interno dicta las necesidades de la política exterior, y esta última, a su vez, crea las condiciones para garantizar la continuidad de ese desarrollo.
En esencia, la política exterior de la República Popular China está fundamentalmente al servicio de su modelo económico. Esto convierte la diplomacia de los recursos en un pilar central. China establece relaciones profundas con países ricos en recursos (ej. países de África, América Latina y Oriente Medio) a través de inversión en infraestructura. A cambio de acceso a recursos, China financia y construye puertos, ferrocarriles y carreteras en estos países y regiones, por ejemplo, en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
De este modo, China utiliza su poder productivo y financiero ganando influencia y asegurando acuerdos de suministro de recursos a corto, mediano y largo plazo. Junto con ello, la política exterior mantiene una firme neutralidad política, evitando juzgar gobiernos, regímenes o políticas internas de los distintos Estados, priorizando la estabilidad de las relaciones, el principio de no intervención, y el acceso a los recursos por encima de otras consideraciones.
Por otra parte, la enorme capacidad de producción china requiere mercados globales para sus productos manufacturados, cada vez más diversificados y con creciente valor agregado. Por lo tanto, China promueve activamente el comercio y las cadenas de producción global, construyendo redes de interdependencia económica. Así, promueve acuerdos bilaterales y multilaterales, como por ejemplo el RCEP – Asociación Económica Integral Regional, para reducir aranceles y barreras a sus exportaciones.
Trabaja dentro de organizaciones como la OMC para defender un sistema comercial que haya sido favorable a su crecimiento, y moldea nuevas instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghai creada por China en 1996, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), o la iniciativa multilateral de los BRICS, para crear alternativas al sistema liderado por Occidente.
A medida que China busca ascender en la cadena de valor global (pasando de «fabricado en China» a «diseñado en China»), necesita acceso a tecnologías avanzadas y talentos.
Para ello, se realizan cuantiosas inversiones estratégicas en el extranjero, con empresas chinas adquiriendo empresas extranjeras en sectores tecnológicos claves (a veces generando controversia y restricciones en países occidentales), la atracción de talentos con programas como el «Programa de los Mil Talentos» buscando atraer a científicos e investigadores chinos en el mundo y extranjeros, y la cooperación científica en múltiples áreas, fomentando la colaboración tecnológica y científica con países avanzados como parte de sus acuerdos de cooperación bilateral.
Un ícono de la política exterior de China es la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative – BRI). La BRI es la máxima expresión de la fusión entre el modelo económico y la política exterior. Es un proyecto geoeconómico masivo que busca crear nuevas rutas comerciales, civersificando y asegurando las rutas de suministro de energía y mercancías, reduciendo su dependencia de rutas marítimas vulnerables (como el Estrecho de Malaca, entre la Península de Malaya de Malasia y la Isla de Sumatra de Indonesia).

La iniciativa tiene diversos objetivos económicos. Primero, exportar exceso de capacidad, dando salida a la enorme capacidad de su sector de la construcción (acero, cemento, etc.) construyendo infraestructura en el extranjero. Junto con ello, promover el uso de otras monedas para los intercambios internacionales y en particular la utilización del yuan chino en los acuerdos comerciales y financieros de los proyectos BRICS, desafiando la hegemonía del dólar estadounidense.
Por otra parte, integrar economías regionales, creando una esfera de influencia económica centrada en China, integrando las economías de Eurasia, África y otros socios en un sistema interdependiente donde China es uno de los centros neurálgicos.
