Radomiro Tomic sobre el derecho a la protesta, la legítima defensa y la violencia política popular: «La no violencia no es moralmente obligatoria»

A propósito de los recurrentes debates sobre la violencia política popular, su pertinencia y legitimidad en el contexto de procesos de movilización y protesta social y la respuesta ante la respuesta represivas y muchas veces hasta militaristas de los Estados, las formas de violencia que han sido practicadas en el transcurso de la Revuelta Popular en nuestro país, y las discusiones relativas al proyecto de ley de Indulto General a las y los presos de la Revuelta, compartimos aquí las declaraciones del histórico dirigente democratacristiano, Radomiro Tomic, en el contexto de los debates en la oposición a la dictadura a mediados de los años 80s:

“– El problema de la violencia ha sido planteado como una cuestión ética y moral por usted. ¿El problema de la violencia es un problema ético y moral?
– Radomiro Tomic: El problema de la violencia es ético y moral dado que el uso de la fuerza será justo o injusto, moral o inmoral, según las circunstancias. La no violencia no es obligatoria como norma. Lo que es obligatorio es el uso de medios lícitos de la defensa y promoción de los derechos personales o nacionales.
Gandhi está en el cielo, pero no tengo duda alguna que Lincoln también lo está, aunque no vaciló en enfrentar la guerra civil para asegurar la unidad de Estados Unidos y la libertad de los esclavos al precio de 500 mil muertos.
Sostener que si las víctimas de la injusticia optan por medios pacíficos ‘terminarán por conturbar el corazón del opresor’ es una noble visión, pero totalmente a-histórica en la compleja sociedad moderna. Las decisiones del Fondo Monetario, de los bancos, de las transnacionales, son la principal causa del hambre de millones de seres humanos y del envilecimiento de pueblos enteros, en escala mil veces mayor que los patrones de carne y hueso. Los pueblos son explotados por entes jurídicos que no tienen alma, ni rostro humano, ni sistema nervioso, ni necesitan dormir.
Con la misma noble intención se asevera que solemnemente ‘la violencia no construye nada’. Desgraciadamente la historia universal -y la nuestra comenzando por nuestra independencia- invalidó ese juicio. Soy católico y comparto la convicción de que es mejor preferenciar los medios pacíficos a los medios violentos; pero, en pocas palabras, el problema de la violencia nació con el hombre, y nos acompañará lo que dure la raza humana”.
Radomiro Tomic, dirigente histórico de la Democracia Cristiana, Revista Análisis del 25 de febrero al 3 de marzo de 1986.
Comentarios sobre estas declaraciones de Radomiro Tomic:
1. El movimiento de independencia de la India fue un proceso de lucha de un siglo, en cuya parte final, Gandhi fue su referente más claro. Pero, fue siempre una lucha con una altísima cuota de violencia, donde el indendentismo no sólo practicó la “no violencia”. Por su parte, Lincoln sin duda fue parte del bando progresista en la Guerra Civil estadounidense (1861-1865), pero el triunfo de ese bando no aseguró la “libertad de los esclavos” afroamericanos, que siguieron subyugados bajo una sistemática segregación racial hasta hace pocas décadas, y que en ciertos modos, perdura hasta el día de hoy bajo formas de desigualdad, represión, criminalización y encarcelamiento masivo (el mayor del planeta, en el “país de la libertad”).
2. Como dice Tomic, la legitimidad del uso de la violencia tiene que ser juzgada siempre en contexto, y un criterio central es el derecho a la legítima defensa, que requiere una evaluación de la proporcionalidad y razonabilidad entre la agresión y/o amenaza de agresión, y la respuesta a ellas. Eso, obviamente, se juzga en contexto, cosa que a la idea liberal de la violencia pareciera no tomar en cuenta.
3. El sentido de lo declarado aquí por este referencial humanista cristiano de nuestro país, está en una significativa sintonía con ideas sobre la violencia provenientes de los marxismos y las propuestas políticas de las izquierdas radicales, y con las ideas más de avanzada en relación al derecho a la protesta y la movilización social, y al derecho a la rebelión reconocido en el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: «Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión».