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Apuntes para la consolidación y avance Constituyente de la revuelta popular tras el retiro del Estado de Excepción

En momentos históricos como los que atraviesa nuestro país, el tiempo histórico se acelera y los hechos se suceden con una velocidad que desafía las capacidades de actualización en los análisis y debates sobre los cursos de acción. Así las cosas, dando continuidad a lo publicado hace casi una semana («Octubre de 2019, un punto de inflexión en nuestra Historia. Comentarios sobre la revuelta popular en Chile«), y ayer («Apuntes para el avance y maduración de la revuelta popular en Chile, a una semana del Estado de Excepción«), comparto algunos comentarios sobre la hora actual, la tarde del domingo 27 de octubre.

1. Sobre los últimos movimientos del Gobierno de Piñera: Ayer por la tarde las autoridades militares fueron suspendiendo los toques de queda, y hace poco rato, el Poder Ejecutivo ha anunciado el retiro del Estado de Excepción Constitucional «de Emergencia» a partir de la medianoche de hoy. Tal cosa admite varias lecturas, pero la principal, me parece, dice relación con el intento por presentar una apariencia de «vuelta a la normalidad», tanto para la interna del país, con lo cual ha afianzado su control sobre lo que se dice y lo que no se dice, sobre lo que se informa y lo que no se informa, en los medios de comunicación masiva, como hacia afuera del país. Así ha quedado claro tras las poco sorprendentes reuniones que ha tenido con las gerencias y jefes editoriales de los canales de televisión y la prensa dominante.

Por otra parte, en cuanto a lo externo, mañana se había anunciado la llegada de los veedores del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y algo similar se espera de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Las autoridades gubernamentales saben que parte de la disputa política de rango histórico que se desarrolla en el país, tiene en lo exterior una de sus aristas más cruciales. En esa clave, se debe leer el nerviosismo que ha producido la llegada de tres comunicadores populares de Argentina, que recibieron un trato inusual e intimidante en el Aeropuerto de Santiago anoche. Tras una retención al borde de la ilegalidad, finalmente lograron ingresar. Un hecho puntual, minúsculo al lado de la magnitud de lo que sucede, pero que da cuenta del momento del tambaleante orden institucional en la actualidad.

2. A pesar del retiro del Toque de Queda de ayer, la represión brutal y criminal ejecutada por policías y militares se mantuvo sin disminución alguna, con episodios de varias horas de cruda violencia en muchos lugares, como, sólo para citar algunos casos de alta resonancia en las redes sociales de las últimas horas, un baleo indiscriminado en pleno centro de Concepción, un asedio militar de alta intensidad en la Villa Frei en la comuna de Ñuñoa en Santiago, o un sinnúmero de asonadas violentistas de las fuerzas estatales en variados barrios populares en la noche de ayer, además de la continuidad de detenciones selectivas e incluso desde domicilios, de ya no pocas dirigencias sociales y políticas populares. Para más desfachatez, un joven fue hallado en pésimas condiciones físicas y anímicas a unos pocos metros del Palacio de La Moneda, haciendo denuncia pública, ya ante Fiscalía, de violación y tortura de parte de Carabineros.

Es importante subrayar esto: buena parte de la represión más cruda de esta semana y dos días, ha provenido de Carabineros de Chile, por lo cual el retiro del Estado de Emergencia y el Toque de Queda no garantiza absolutamente nada en cuanto al aflojamiento de la respuesta militarista del Gobierno, habida cuenta del carácter cuasimilitar de Carabineros de Chile, en especial de sus Fuerzas Especiales y del Grupo de Operaciones Policiales (GOPE). Las denuncias de tortura se multiplican, y el número de personas desaparecidas sigue ahí, sin bajar ni hallarse mayores noticias de ellas.

Para mayor gravedad, la Jefa del Servicio Médico Legal ha denunciado públicamente el intento del Gobierno de sustituirla prontamente, fuera de toda legalidad y sujeción al procedimiento administrativo pertinente, y en medio de muy fundadas sospechas de la puesta en marcha de una múltiple operación de encubrimiento estatal hacia las graves violaciones a los Derechos Humanos que viene ejecutando el gobierno encabezado por Sebastián Piñera.

La denuncia internacional de esta situación, por su parte, tiende a apretar el margen de acción del Gobierno, o al menos, a provocarle costos políticos que pueden no ser menores, tanto para él directamente, como al conjunto de las fuerzas derechistas y neoliberales del que es parte, fuera de nuestras fronteras.

3. A pesar del escenario descrito anteriormente, la movilización popular no ha bajado ni un poco en estas últimas horas. Hay que decirlo con la mayor claridad aunque todo calificativo quede corto, y un orgullo infinito: el Pueblo de Chile, los Pueblos de Chile, están escribiendo una de las páginas más gloriosas, valientes y patrióticas de su Historia. La descripción de esto dará para miles y miles de páginas, horas y horas de documentales, y conversaciones y debates incuantificables tanto en nuestro país como en el resto del Mundo, cuestión que ya está sucediendo.

Junto con la movilización en las calles, se vive además una paulatina tendencia a sumarle la convocatoria de también innumerables cabildos, asambleas, y reuniones populares, que deliberan lecturas, posiciones, demandas y propuestas, a la vez que avanza el sentido común y compartido de que la única salida efectiva a la crisis de régimen que se vive, es el inicio y activación de un proceso y Asamblea Constituyente hacia una Nueva Constitución.

4. En la generación de cierta sensación de «normalidad», el gobierno se juega mucho, prácticamente todo, de su ya agonizante sobrevivencia. Frente a esto, y a aún a riesgo de la autoreferencia, se hace preciso insistir en lo señalado en el punto 5 del texto que sirve de antecedente directo a éste: En la historia de la Humanidad, nunca ha habido una revuelta o proceso revolucionario donde se viva un estado de agitación y efervescencia social permanente sin días y semanas de relativa calma y reflujo. Las personas, las familias, los pueblos, requieren también pausas, descansos, «normalidades». Las militancias y organizaciones más sólidas son quienes deben dar continuidad y una mirada de conjunto sobre el proceso que se vive, evitando que tales circunstancias impliquen la idea de derrota, desmovilización, o solo triunfo parcial.

Vinculado con la dimensión internacional o global, la próxima llegada de la comitiva del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la también anunciada de delegados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (organismo de la Organización de los Estados Americanos, OEA, cuya Secretaría General conducida por el cada vez más impresentable Luis Almagro publicó un delirante comunicado), y la realización de las cumbres de la APEC y de la COP 25, asoman como escenarios particularmente delicados y dignos de la mayor de las atenciones.

5. En particular, en lo referido a las cumbres, señalar que, por una parte, la de la APEC (12 y 13 de noviembre) se debería dar en tan sólo dos semanas más, y tiene la particular connotación de tener anunciada, al menos por ahora, la presencia de nada menos que el Presidente del Imperio – Gobierno de Estados Unidos, Donald Trump, y la máxima autoridad de la República Democrática Popular de China, Xi Jinping, entre otros altos mandatarios de toda la cuenca del Océano Pacífico.

La situación es altamente delicada, como están reconociendo las editoriales de los principales medios de prensa del poderoso oligopolio mediático que padece nuestro país. Para citar un elocuente ejemplo: «Si el país renunciara a la realización de estas cumbres sin más, probablemente provocaría una aguda señal de desconcierto, proyectando una imagen de ausencia de normalidad. De momento, La Moneda mantiene su total convicción en que la APEC se lleve a cabo en la fecha prevista. Si bien la cumbre representará un esfuerzo de proporciones en materia de seguridad, la breve extensión del evento y el hecho de que su realización tendrá lugar en zonas específicas, hacen pensar que los aspectos de seguridad y logísticos puedan ser perfectamente manejados. El país ya fue sede de este encuentro en 2004, por lo que tiene experiencia en cómo manejar sus distintas dimensiones»Chile ante las cumbres de APEC y COP25» editorial de La Tercera de ayer sábado).

El intento de equiparar la situación presente con la de 2004 devela, aún sin quererlo, el inocultable nerviosismo de las elites, que parecieran estar «rogando a dios» por un enfriamiento de la situación. En estas últimas horas, en otro simbólico actuar, se han desplegado cuadrillas, por distintos puntos de Santiago, pintando unas paredes que están impresionantemente llenas de consignas y frases de la revuelta popular. Una tarea imposible, que parte derrotada. En este rato, en las próximas días y horas, no hay nada que siquiera indique la posibilidad de una calma.

En cuanto a la cumbre  de la COP 25, la cumbre por el cambio climático que cuenta con la presunta llegada de más de 25 mil personas, el desafío logístico del Gobierno tampoco es menor. La editorial antes citada lo reconoce: «Aun cuando La Moneda también mantiene su plena confianza en su realización, atendidos estos factores parece razonable abrirse a la posibilidad de postergar la fecha de su desarrollo. Las preocupaciones del país ahora deberán ser abocarse completamente a procesar las demandas ciudadanas e impulsar en el Congreso los proyectos de ley que se requieran, tarea urgente que en este momento podría ser distraía por la cumbre ambiental».

Lo cierto es tanto una como la otra son cumbres que hoy cuentan con una alta incertidumbre en su realización conforme a lo planeado, y es muy dudoso de que los enormemente importantes mandatarios citados, más el resto de las representaciones y comitivas, decidan venir a un país con estos niveles de convulsión. La posible postergación y/o cambio de sede de ambas, sería una señal política de derrota de grandes proporciones para las derechas y elites chilenas y globales, y en particular, atendida la posición que ha jugado Chile en el concierto internacional desde hace 46 años, como «alumno exitoso y privilegiado» de Estados Unidos y en Neoliberalismo, golpearía fuertemente a tal rol. Pero también, en la hipótesis de que efectivamente se realicen, otorgarían una gran oportunidad de visibilización internacional de la situación en el país.

6. Hace unas horas, se terminaron de reunir las firmas necesarias para la Acusación Constitucional contra Piñera, iniciativa que surgió desde la calle pero que comenzó a impulsar, en lo intra institucional, la diputada del Partido Humanista – Frente Amplio, Pamela Jiles, y que han suscrito ya el resto de los representantes humanistas (Tomás Hirsch y Raúl Alarcón), las y los diputados de la Bancada del Partido Comunista (Camila Vallejo, Karol Cariola, Carmen Hertz, Guillermo Teillier, Boris Barrera, Amaro Labra, Hugo Gutiérrez, Daniel Núñez, Marisela Santibáñez), los independientes Renato Garín (del conglomerado Frente Amplio), Esteban Velásquez, y mientras se escriben estas líneas, los cuatro representantes de Convergencia Social (Gael Yeomans, Diego Ibáñez, Gonzalo Winter, Gabriel Boric). Vale la pena mencionarlos en detalle, pues se trata de una votación de altísima importancia histórica, quizá la votación más importante realizada en toda la historia del Congreso Nacional reinstalado en Valparaíso por la Dictadura de Pinochet y compañía.

Y es relevante señalar que se trata de las y los representantes de las fuerzas que, sólo en los últimos años, han (hemos) logrado romper el cerco del sistema electoral y el orden político binomnal que asfixió la posibilidad de una pluralidad más genuina en el Congreso chileno, desde su reapertura en 1990. Las fuerzas de la ex Concertación, por su parte, dando cuenta de la continuidad de la tendencia al agotamiento y decadencia de sus fuerzas y convicciones, sigue dubitativa ante la iniciativa, mientras que sus dirigencias más vinculadas a los cinco Gobiernos que encabezó, se pasean en unos muy excluyentes programas de televisión que intentan dar cuenta de la para ellas y ellos «sorpresiva» irrupción popular.

Lejos de jugarse todo el triunfo o la derrota de la revuelta popular en curso, en el escenario de la Acusación Constitucional se jugará más bien una de las últimas posibilidades que tiene la institucionalidad del orden expresado en la Constitución de 1980, por procesar de manera relativamente «institucional» la revuelta popular y crisis de régimen que vive el país. Por cierto, atendida las muestras de resistencia, combatividad y genuina radicalidad de la movilización social en curso, la presión popular se intensificará en tales días, seguramente tanto en el conjunto de las ciudades y pueblos del país y en el espacio público de las redes sociales e internet (habida cuenta el cerrado espacio de la prensa y medios masivos), y en las mismas afueras del Congreso, donde los últimos días se han realizado asedios y cercos a la sede parlamentaria que hacen recordar con mucha similitud las situaciones que dieron curso y avance a los procesos constituyentes en Bolivia o Ecuador.

7. En estos días se ha afianzado con una solidez y masividad poco pensable hasta hace una semana y media, la exigencia popular de abrir paso a la activación de un proceso y Asamblea Constituyente en nuestro país. Sin exagerar ni un poco, la obra de los Pinochet y Jaime Guzmán, de los Edgardo Böeninger y Ricardo Lagos, cruje y tambalea a más no poder. Por cierto, no se trata sólo del texto constitucional, si no que, junto a él, del conjunto de la legislación que ha instituido uno de los modelos ultra capitalistas y neoliberales más sistemáticos y profundos del Mundo: los Decretos Leyes y Leyes Orgánicas Constitucionales dictadas unilateralmente por la Dictadura en la que se contiene la regulación, aún vigente y con pocas modificaciones sustantivas (cuando no verdaderas profundizaciones de su carácter ultra capitalista, neoliberal y antipopular y antinacional), de los pilares del modelo: el estatuto de la inversión extranjera, los Códigos de Agua, de Minería, Laboral, la legislación de Pesca, Forestal, las leyes orgánicas constitucionales que dictó la Dictadura sobretodo en sus últimos días al mando del Ejecutivo en marzo de 1990, la legislación complementaria y los múltiples tratados de libre comercio y acuerdos internacionales de orden neoliberal que se aprobaron por la dupla Concertación – Derecha desde entonces y hasta hace poco.

El en tramitación TPP-11, que implica un aun mayor reforzamiento y «candado» de toda esa legislación, en caso de aprobarse por estos días o semanas en el Congreso, también es uno de los más recurrentes objetivos de rechazo de la protesta social en curso.  La gravedad de todo aquello, para los actores, administradores y defensores del modelo neoliberal en Chile y el resto del Mundo, son de un rango difícil de cuantificar hoy. Pero basta ver las notas de la prensa dominante de otros países, para darse cuenta de que lo que aquí se vive es de una alta significación global, y puede tener repercusiones que hoy es difícil de dimensionar. «En Chile nació el Neoliberalismo, en Chile comenzará a morir», y otra consignas similares se han visto en numerosos carteles y rayados en las paredes del país. La revuelta popular en Chile apunta alto y en grande, en un desafío de implicancias eventualmente planetarias.

8. Tal desafío, en todo caso, tiene enfrente enemigos y adversarios también de tamaño sideral. Y así como hace 26 años Chile sirvió de laboratorio y experimento para una nueva configuración política, económica, social y cultural funcional a los intereses de las clases dominantes chilena, regional y global, también en esta ocasión puede darse algo similar. En particular, la instalación de un Régimen donde domine un «Estado de Excepción» totalitario y altamente represivo, que e prolongue más allá de toda declaración explícita y oficial, asoma como una amenaza evidente para los anhelos populares puestos en marcha.

«En tiempos difíciles, urgen danzas furiosas», portaba un cartel una joven en la ya histórica concentración en Santiago del viernes 25 de octubre, como intentando apropiarse de la encrucijada planetaria en un sentido emancipador y libertario. Pero también, es necesario tener presente que estos «tiempos difíciles» empujan a los actores y poderes dominantes hacia el Terrorismo de Estado, el Estado de Excepción, y diversas fórmulas ultraderechistas, reaccionarias, y neofascistas. Lo que se juega en Chile pareciera estar en tales coordenadas.

Y el desafío para esa multitud que se ha movilizado en esta impresionante revuelta y sublevación popular y que participa y la apoya con diversas formas y grados de politización y radicalidad, y que es ampliamente mayoritaria en el país, es descomunal y de alta dificultad. Sin embargo, vaya sorpresa para ambos bandos de la coyuntura desplegada, no resulta una muestra de locura ni de optimismo insensato, irracional o descabellado, el afirmar que el triunfo de la revuelta popular es algo lograble y posible, en particular y concreto, en la caída del orden Constitucional en el que se critaliza el modelo neoliberal chileno.

Como dijera un connotado intelectual y político italiano que hace unos 100 años se encontraba en el complicadísimo y preocupante escenario para la Humanidad, en plena entreguerras mundiales, sintetizó una idea que no está de más volver a aludir: Para tal objetivo de ganar, será crucial aplicar toda el «pesimismo de la inteligencia» necesario, y todo el «optimismo de la voluntad» posible. El anhelo de unas Grandes Alamedas por donde pase el hombre y la mujer libres para construir una sociedad mejor, al menos acá en Chile, nunca estuvieron tan cerca, nuevamente, desde la clausura del proceso en cuyo fin se pronunciaron esas palabras. Todo lo que vino después, es lo que hoy está en entredicho y profunda y radical impugnación con la revuelta popular en curso. Y un «vamos a ganar» popular y esperanzado recorre con insospechada fuerza todos los rincones de nuestro país.

Santiago de Chile, tarde del 27 de octubre de 2019.

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