Imperio, belicismo y extremismo en una persona: John Bolton, el Consejero de Seguridad Nacional del Gobierno de Estados Unidos
Cuando se habla de Imperio o Imperialismo, pudiere parecer que se trata de algo demasiado grande, inabarcable, difícil de concretar. Evidentemente, cuando las acciones imperiales se materializan en acciones militares, sus víctimas caen en cuenta: es difícil cuestionar la existencia del imperialismo cuando caen las bombas o llegan los «marines» a donde vives.
Pero cuando eso pasa, hay una larga historia y una extendida trama detrás. Tras esas tropas y bombas, hay operadores, agentes, intelectuales, centros de pensamiento, expertos, medios de comunicación. Así, para contrarrestar y desmontar ese poder imperial, es preciso el señalar esa trama imperialista que le da sustento, y denunciar aquellas personas y entidades en las que se materializa.
Hace poco, nos referimos a una de las cabezas de esta nueva oleada de injerencia y desestabilización ejecutada por el Gobierno de Donald Trump: Elliot Abrams, encargado del Gobierno de Estados Unidos para la situación en Venezuela (“Elliot Abrams, el “enviado especial” del Gobierno de Estados Unidos para Venezuela: Crímenes de guerra, mafia, y narcotráfico”). Ahora nos dedicaremos a quien hoy detenta el poderoso cargo de “Consejero de Seguridad Nacional”, John Bolton.
John Bolton y la trama neoconservadora
Comencemos por su currículum y redes. Fue, en el inicio de los años 80s, bajo el Gobierno de Ronald Reagan, Administrador Auxiliar de la USAID, la “Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional”, entidad involucrada en numerosos casos de uso de la excusa de la “ayuda humanitaria”, con fines finalmente desestabilizadores, bélicos, y de violación a Derechos Humanos («La “ayuda humanitaria” y los Derechos Humanos como estrategia injerencista e imperial»).
Ha sido integrante del instituto “American Enterprise Institute”, un polémico centro de estudios del extremismo neoconservadurismo estadounidense. Entre otras poco presentables posiciones, este instituto ha estado involucrado en el ofrecimiento de sobornos a científicos para que éstos redacten y/o firmen informes que nieguen la existencia del cambio climático, en particular, criticando el informe de la ONU “Cuarto Informe de Evaluación del IPCC”. Y no por casualidad, tiene estrechas relaciones con la industria petrolera estadounidense, habiéndose comprobado un cuantioso financiamiento de parte de Exxon Mobil (ver artículo en inglés de The Guardian, “Scientists offered cash to dispute climate study”). El vínculo entre el aparato político-militar del Imperio estadounidense, y la industria petrolera, una vez más expuesto a quien quiera verlo.
Ha sido, también, integrante del Jewish Institute for National Security of America, centro de pensamiento judío de ideología neconservadora. Del instituto “Project for the New American Century” (“Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense”), integrado por referentes del neoconservadurismo estadounidense y en especial del Gobierno de George Bush hijo, y cuyo fin es la continuidad de la hegemonía global estadounidense. Ha sido partícipe, también, de la “Asociación Nacional del Rifle”, la poderosa entidad que salvaguarda la irracional política de compra, tenencia y uso de armas en el país, hoy presidida por Oliver North, actor central, junto al mencionado Elliot Abrams, en las acciones de desestabilización de la Nicaragua Sandinista en los años 80s, y las intrincadas operaciones destinadas a darle financiamiento y apoyos logísticos a “la Contra” nicaragüense (Detalles de eso en la nota sobre Elliot Abrams, acá).
Fue también, presentador de la cadena ultraderechista FOX News, un medio vinculado al ala más conservadora de la política estadounidense, particularmente del Partido Republicano y los llamados “neoconservadores” (ver la nota “El amor eterno de Trump por Fox News”, de El País de España, y el artículo académico “Estructura mediática y neoconservadurismo: Rupert Murdoch y su desembarco en EE.UU.”).
Un operador imperial de alto rango en los gobiernos de Bush hijo y Donald Trump
Bolton fue central en la campaña de George Bush hijo en la contienda electoral contra Al Gore en el año 2000, donde, captando el voto de los sectores más ultraderechistas y conservadores del país y de estados clave como el de La Florida, donde como es sabido, junto con una cantidad importante de latinoamericanos, campean las ultraderechas y las mafias de alto nivel de muchos países de nuestro continente, ganando en un una elección en un Estado crucial, que le dio el triunfo al entonces gobernador del Estado de Texas. Bush le recompensó otorgándole con un alto cargo: fue designado en el crucial cargo de “Secretario de Estado para el Control de Armas y la Seguridad Nacional”, labor que desempeñó entre 2001 y 2005. Luego, fue embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas entre 2005 y 2006.
Desde tales posiciones, ha sostenido posturas y tomado decisiones extremadamente militaristas, belicistas y unilaterales del Imperio de Estados Unidos. Aquí un recuento de ellas:
Fue impulsor, planificador y ejecutor de la invasión a Irak en el año 2003. Como es sabido, tal acción militar fue realizada bajo la excusa de “armas de destrucción masiva” que supuestamente tenía el Gobierno de Saddam Hussein. Nunca se presentaron pruebas de tal acusación, obligando incluso a la prensa dominante a hacer reconocimientos posteriores de la mentira infinitas veces repetida como justificación de la intervención e invasión militar (Ver “El día en que The New York Times reconoció entregar “información errónea” sobre “armas de destrucción masiva” en Irak”).
Ha promovido y defendido la posición, desde los tiempos del Gobierno de Bush hijo, a favor de una opción militar contra el Gobierno de Irán, escribiendo en The New York Times un elocuente artículo publicado en el 2015, “To Stop Iran’s Bomb, Bomb Iran” (“Para parar la bomba de Irán, bombardear Irán”), en una línea permanente que continúa hasta hoy (ejemplo, “How to Get Out of the Iran Nuclear Deal”, del 2017). Lo mismo, sobre Siria.
Se manifestó, de antemano a la ejecución de este siniestro plan en el contexto de la intervención sobre Libia, como partidario público de asesinar a Muammar Gaddafi, en el mes de marzo de 2011, siete meses antes de que se acabase con la vida del Presidente de Libia (“John Bolton: Kill Libyan Dictator Muammar Gaddafi”). Eran, nada menos, que las palabras de un ex Embajador del Gobierno de Estados Unidos ante la ONU, y un “destacado” comentarista de la política estadounidense. De todos modos, es relevante señalar, como muestra de la continuidad de la política exterior estadounidense y su arraigo también en el muy imperialista ala dominante del Partido Demócrata, que esta acción fue ejecutada bajo el mandato del Presidente Barack Obama, bajo el comando de la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien no tuvo pudor alguno en festinar públicamente con la invasión a Libia y el asesinato de Gaddafi («We Came, We Saw, He Died» – “Vinimos, vimos, murió”).
Desde mediados del año pasado, arremetió contra la Corte Penal Internacional con una postura abiertamente cómplice del Estado terrorista y genocida de Israel. «No permitiremos que la CPI, ni ninguna otra organización, restrinja el derecho de Israel a defenderse», afirmó. En el mismo sentido, sobre el sometimiento a juicio a estadounidenses, por delitos y crímenes ejecutados en la extendida red imperial por todo el planeta. En tal sentido, amenazó desde al menos el mes de septiembre del año pasado, con sancionar a este tribunal si investiga a estadounidenses o a israelíes (“Washington sancionará a la Corte Penal Internacional si investiga a EE UU o Israel”, John Bolton amenaza con sanciones a los jueces de la CPI si procesan a estadounidenses, France 24), amenaza que comenzó a verificarse ayer: Mike Pompeo, Secretario de Estado, anunció un conjunto de medidas. Entre estas medidas, se anunció desde ya, restricciones a los visados de los funcionarios que investiguen los crímenes de guerra de militares estadounidenses e israelíes, y en particular, por violaciones de Derechos Humanos cometidas por militares estadounidenses en Afganistán, Irak, y otros países bajo distintas modalidades de intervención y presencia militar estadounidense. (“Gobierno de EE.UU. sanciona a funcionarios de la Corte Penal Internacional”).
En la misma línea, y en la línea con su pertenencia y cercanía con el Jewish Institute for National Security of America y por tanto al conservadurismo ultra derechista israelí más acérrimo, impulsó el cierre de la sede de la Organización para la Liberación de Palestina en Washington (“EE.UU. ordena cierre de sede de OLP en Washington”).
Así en general ha sostenido posiciones de alto militarismo y aún mayor tensionamiento en el ya saturada de conflictos región del Oriente Medio (El «diablo» John Bolton corre suelto por Oriente Próximo, Publico), afirmando el poder del Estado de Israel, antagonizando con el Gobierno de Siria, y tensionando las relaciones con el Gobierno de Turquía. En esto último, pues uno de los puntos de su estrategia es la división de los estados de Irak y Siria, mediante la creación de un ‘Sunistán’ y un Kurdistán independientes. Así, en este último caso, surgiría una amenaza para Turquía, donde en las regiones de la frontera Sur hay territorios de población kurda.
Así, junto a un conjunto de presiones y tensionamientos derivados de la política estadounidense en su región, el presidente Recep Tayyip Erdogan viene relativizando su pertenencia a la OTAN y acercándose a gobiernos de Rusia, China, y Venezuela, con lo que una pieza clave del entramado estadounidense en la región del Medio Oriente se pone en cuestión en cuanto a sus alineamientos geopolíticos. John Bolton se encuentra entre quienes están dispuestos a tensionar aún más este nudo de conflictos, entre otras cosas, atrasando la retirada de las tropas estadounidenses en Siria anunciada por Trump.
En cuanto a otro foco de agresión imperialista, John Bolton no hace cesado de provocar: insinuó nada menos que seguir el “modelo de Libia” de desnuclearización para Corea del Norte, lo cual fue duramente contestado por el Gobierno de Kim Jong-Un (“Corea del Norte para amenazar con suspender la cumbre de Kim Jong-un con Donald Trump”, BBC). A todas luces, no sólo un error de apreciación, pues el estado de avance de la tecnología nuclear en Libia era bastante menos avanzado que en Corea del Norte, si no que además una locura diplomática: Anunciar ser partidario de la invasión y asesinato de con quienes el mismo Presidente Trump tenía agendada una reunión.
Tanto con Irán, Corea del Norte, y Rusia, ha promovido una línea de rompimiento de los acuerdos de control de la proliferación de las armas nucleares y «estratégicas», a un punto que en buena medida, es un actor principal en la ruptura en el 2004 del acuerdo con Corea del Norte firmado en 1994 con el Gobierno de Bill Clinton, del serio riesgo del acuerdo con Irán concretado con el Gobierno de Obama, y de la tensa relación sobre el tema con el Gobierno de Rusia (ver «Nuclear War Experts: ‘John Bolton Is an Asshole’ -«John Bolton es un imbécil»-, Vice).
John Bolton dirige su mirada hacia Venezuela y nuestra América
Desde que se incorporó al Gobierno de Trump como Asesor de Seguridad Nacional, han sido constantes y sistemáticas sus referencias a nuestro continente. En particular, Cuba, Venezuela y Nicaragua, países a los que llamó «la troika de la tiranía en el hemisferio» (“Bolton anuncia nuevas sanciones contra gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua”). Esto se corrobora en la relevancia que le ha dado a la agresión y desestabilización hacia el Gobierno Bolivariano (ver “El Twitter de John Bolton sólo dispara contra Maduro”), pero tampoco puede subestimarse su acción, algo menos explícita y altisonante, en el marco de la desestabilización e intentona golpista en Nicaragua.
En ese contexto, al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, lo amenazó con la prisión de Guantánamo, el enclave imperial convertido en centro de detención y tortura de inculpados en juicios de nula imparcialidad, en la isla de Cuba (“Otra de John Bolton: amenaza al presidente Nicolás Maduro con mandarlo a Guantánamo”, Radio Universidad de Chile). Y no tuvo problemas con exponer, en su cuaderno de notas y ante una rueda de prensa, una nuevamente elocuente y amenazante idea: “50.000 tropas a Colombia”.
Hace poco, no tuvo problemas en declarar sus ideas imperialistas sobre nuestra América: “En esta Administración no tenemos miedo de usar la frase ‘Doctrina Monroe’”. En ese marco, central son las alianzas con los actores de la política latinoamericana afines a sus propósitos, como mostró nítidamente su visita a Jair Bolsonaro en Brasil (El encuentro de Jair Bolsonaro y John Bolton), y sus acercamientos a los sectores de derecha y ultraderecha en la región.
Así, se muestra una atención preferencial dirigida hacia Venezuela, como se ha visto en este último par de meses en que se ha ejecutado una intensificación del asedio hacia el Gobierno y Pueblo Bolivariano, incluso cancelando otros asuntos en su agenda, como la visita a un aliado privilegiado de Estados Unidos, como Corea del Sur, para monitorear la situación de las últimas semanas en Venezuela (“John Bolton canceló un viaje a Corea del Sur para monitorear de cerca la situación en Venezuela”).
Palabras finales
Dado este historial y presente de John Bolton y el resto del alto mando político y militar del Imperio de Estados Unidos, el grado y cantidad de las agresiones injerencistas hacia Venezuela seguramente no cesará. Es necesario, por tanto, tomar nota y cuenta del tipo de enemigo al que se enfrentan las fuerzas democráticas, de izquierdas, y populares de nuestra América. No se trata sólo de una diferencia de opiniones, posturas, o argumentos. Como bien se señala en un par de notas de la iniciativa venezolana «Misión Verdad», no es exageración hablar de que se está frente a un demente o desquiciado en un alto cargo del Gobierno de Estados Unidos (ver «¿Quién es John Bolton? Perfil del psicópata que dirige la política exterior gringa», y «Un demente en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos«, Misión Verdad). Incluso medios de derechas lo muestran en todo su esplendor violentista y belicista, como en esta nota del ABC de España, «John Bolton: el nuevo asesor de Seguridad de Trump que guardaba una granada de mano en su despacho«.
Este tipo de actores son quienes conducen el Gobierno del país aún hegemónico a nivel mundial. Ellos dirigen su política exterior, y ellos son el enemigo central de las voluntades y fuerzas por un Mundo distinto, sin el belicismo, el afán imperialista, y la locura belicista desatada que ellos promueven y ejecutan.
Fuentes y más detalles, en: