¿»Estallido Delictual», «Golpe de Estado»? A propósito de la disputa por las narrativas sobre la Revuelta Popular de Octubre de 2019 – 2020 en Chile

A 6 años de la Revuelta Popular o Social iniciada en Octubre de 2019 en Chile, en el debate público actual, y especialmente en la «opinión publicada» donde los medios y opinadores están fuertemente inclinados hacia posturas de derecha y contrarias a las demandas expresadas por la Revuelta, se ha llegado a calificar livianamente como «Estallido Delictual» e incluso como «Golpe de Estado» al levantamiento de Octubre y los meses que le siguieron. Por su parte, en la narrativa política e histórica, términos como «Golpe de Estado» y «Revuelta Popular» suelen mezclarse, junto con otros términos como el de «Revolución» especialmente cuando describen momentos de crisis e inestabilidad. Además, hay múltiples casos en que esta categorías se entremezclan, como ocurre con el caso de las mal llamadas «revoluciones de colores» u operaciones de injerencia externa que se apoyan en movilizaciones sociales para instalar otros intereses ajenos a las manifestaciones. Sin embargo, entender la diferencia entre estos conceptos es crucial para evaluar el poder y los distintos eventos políticos que se dan alrededor del mundo y que son catalogables como una u otra cosa. Aquí aportaremos elementos para caracerizar los fenómenos históricos en los que son utilizados estos conceptos.
En el debate público actual en Chile, las derechas y sus medios de comunicación, operadores y referencias públicas, han logrado instalar una serie de ideas sobre el «Estallido Social» o «Revuelta Popular» de Octubre de 2019 y los meses que le siguieron, llegando a sumar a significativos sectores sociales a su narrativa acusatoria de un supuesto «Estallido Delictual» e incluso de una especie de «Golpe de Estado» contra el gobierno de Sebastián Piñera.
Tal relato no sólo omite una serie de asuntos no menores de los hechos históricos de esos días, como por ejemplo, la cruda represión y declaración de «Estado de Excepción de Emergencia» que ordenó Piñera y la masiva y grave violación de derechos humanos cometida por los agentes represivos, ambas, cosas con cuestionable apego a la Constitución vigente, como se argumentó extensa y fundadamente en la Acusación Constitucional que estuvo a pocos votos de prosperar en el Congreso Nacional.
Aunque «Revuelta» (o «Revolución») y «Golpe de Estado» son fenómenos de fuerza que buscan un cambio político radical, su origen, sus actores y sus métodos los separan de manera fundamental. Se puede resumir así: el Golpe de Estado es un asalto al poder desde las alturas del poder, mientras que la Revuelta es una conmoción social desde los cimientos de la sociedad. Si bien es cierto las revueltas suelen estar acompañadas de violencia social, en una alta proporción en respuesta a la fuerte represión a la que suelen tener que responder, esta violencia es en general defensiva, y se suele dirigir sobretodo hacia bienes o cosas, más que a personas (salvo, claro está, en los enfrentamientos con las policías y agentes de seguridad).
El Golpe de Estado: una operación conspirativa y orquestada y conducida por grupos reducidos de personas
El Golpe de Estado una operación quirúrgica, rápida y ejecutada por un grupo reducido. Aunque esté apoyada por una parte de la sociedad, incluso a partes significativas de ella, el Golpe de Estado tiene en su ejecución un grupo de personas que cuenta con posiciones de poder que les permite orquestar la acción golpista.
Su característica principal es que es una acción desde dentro del propio aparato de poder o desde quienes tienen la capacidad de controlarlo o controlar partes esenciales del poder social, como el poder militar y policial para mencionar un caso frecuente de acción golpista: la de quienes detentan las armas.
¿Quiénes son los actores del Golpe de Estado? Normalmente, facciones de las Fuerzas Armadas, servicios de inteligencia o élites políticas y económicas que ya tienen una posición de influencia.
¿Cuál es el objetivo? Secuestrar el aparato del Estado (gobierno, ejército, comunicaciones) para reemplazar a la cúpula gobernante. No busca necesariamente cambiar el sistema, sino controlarlo.
¿Cómo se ejecuta? Con precisión militar y conspirativa: toma de palacios de gobierno, control de medios de comunicación y ministerios clave, persecución y encarcelamiento de opositores. Aunque puede estar precedido por una planificación larga, es un evento que suele medirse en horas o días.

Ejemplo histórico claro en la historia chilena reltivame reciente es el Golpe de Estado en Chile de 1973, donde las cúpulas de las Fuerzas Armadas, al mando de Augusto Pinochet, derrocaron por la fuerza al presidente Salvador Allende y Gobierno de la Unidad Popular, bombardeando el Palacio de La Moneda, tras un largo camino de conspiraciones militares y oligárquicas iniciadas aún antes de comenzar su mandato, y con la protagónica injerencia del aparato imperial estadounidense.
La Revuelta Popular: el rugido de la calle y las mayorías sociales
Una imagen que puede graficar lo que es una Revuelta Popular o Social es un río que desborda su cauce. Una Revuelta Social o Popular es una explosión de descontento masivo y desde la base y las profundidades de la sociedad. No es una operación planificada desde un cuartel o una reunión secreta, sino una erupción de malestar colectivo desatada en el espacio público y muchas veces sin una conducción clara.
¿Quiénes son los actores? La ciudadanía, los movimientos sociales, la gente común. Su fuerza no está en la jerarquía de quienes participan, sino en el número y la diversidad social expresada: trabajadores, estudiantes, personas de todas las edades y regiones de un país.
¿Cuál es el objetivo? Expresar un rechazo profundo al orden establecido o status quo. Puede ser contra una ley, una medida, un gobierno o un sistema económico completo. No siempre busca tomar el poder de forma inmediata, sino forzar un cambio a través de la presión y movilización social.
¿Cómo se ejecuta? A través de protestas callejeras, marchas, cacerolazos, huelgas generales, barricadas, copamiento del espacio comunicacional vía redes sociales o medios de comunicación. Es un proceso que suele tener altos grados de espontaneidad, es caótica y puede prolongarse en el tiempo.
En la historia chilena reciente, el Estallido Social en Chile de 2019, donde masivas y sostenidas protestas en las calles, impulsadas por la ciudadanía, generaron una presión tal que derivó en el inicio de un proceso para cambiar la Constitución.

La Línea Difusa: casos en los que las fronteras se desdibujan
En todo caso, la historia no siempre es tan nítida. Existen casos híbridos que complejizan el análisis.
La Revuelta que allana el camino para el Golpe. Un levantamiento popular puede debilitar tanto a un gobierno que facciones militares y grupos de poder deciden intervenir para «restablecer el orden», dando un Golpe de Estado sobre un terreno ya abonado por el descontento y la movilización social. En este caso, perfectamente se puede dar el caso de que el nuevo gobierno no esté alineado en absoluto con las demandas puestas por el levantamiento social.
Los casos de las «Revoluciones de Colores»: revueltas manipuladas desde fuera. Existen en la historia reciente a nivel mundial muchos casos de aparentes revueltas sociales, que en rigor son levantamientos fuertemente diseñadas y controladas por agentes externos a la revuelta, tanto del propio país, pero fundamentalmente con actores de otros países que intervienen en el proceso de desestabilización y derrocamiento de un gobierno o régimen político. En este caso, si bien es cierto hay movilización social y causas y demandas justas puestas por los manifestantes, el poder del proceso está en otros lugares, que orquestan un Golpe de Estado o en el lenguaje usualmente utilizado, «un cambio de régimen» digitado desde fuera y por intereses distintos a los de las organizaciones y manifestantes de la revuelta social. Ejemplo claro de estos son las «revoluciones de colores» que abundaron en la Europa del Este a inicios de este siglo, con el caso referencial del Golpe de Estado de inicios del 2014 en Ucrania.
La Revuelta que decanta en una Revolución. En la historia hay casos en que una o más revueltas contribuye a generar condiciones que terminan allanando el paso a una Revolución, es decir el inicio de una transformación radical de la sociedad y el orden social existente. Generalmente, esto requiere organizaciones y liderazgos individuales o colectivos fuertes, que conducen el proceso revolucionario apoyado en en ese escenario social expresado en la revuelta y sus actores. Son los casos emblemáticos de la Revolución Francesa, la Revolución Rusa o la Revolución Mexicana.
¿Qué diferencia a una Revuelta de una Revolución?
Una Revuelta implica desatar energías creativas pero también dirigidas a destruir el orden social existente. Miradas desde el orden establecido, es como una especie de incendio forestal: Es intenso, consume todo a su paso y puede cambiar el paisaje de inmediato, pero la vida se regenerará más temprano que tarde y el sistema mismo eventualmente puede regenerarse sobre las cenizas sin cambios sustantivos en el orden social. Así, la revuelta no implica necesariamente que lo que emerja tras ella sea algo muy distinto a lo anteriormente existente.
Una Revolución en cambio es como un cambio de placas tectónicas, un proceso que genera cambios irreversibles o de muy difícil reversión. Así como un cambio en las placas tectónicas crea una nueva forma del paisaje y el continente, crea nuevas montañas y nuevos océanos. El espacio que toca ya nunca vuelve a ser el mismo. El proceso revolucionario es en general extenso e implica distintas etapas de gestación, desarrollo y cristalización, y puede implicar a su vez revueltas previas que le han ido abriendo paso. Así, por ejemplo, la revuelta conocida como «Revolución de 1905» en la Rusia zarista fue una clara antesala del proceso de maduración de la Revolución Rusa de 1917, al igual que la serie de protestas que se dieron en el transcurso de este último año, fueron la preparación de las condiciones, idas y venidas, avances y retrocesos, en la previa de la «Revolución de Octubre» de 1917 (noviembre de 1917 en el calendario gregoriano).
Así, hay una diferencia de magnitud, profundidad y carácter irreversible de los cambios que desata una u otra. La Revuelta bien puede ser un fenómeno pasajero y que no logra enraizar en la escena histórica posterior a su irrupción, mientras que la Revolución tiene alcances más amplios y sus cambios suelen ser irreversibles o de muy difícil reversión, aún incluso cuando los actores del bando revolucionario sean derrotados posteriormente (cosa nada de infrecuente por lo demás).
¿Qué diferencia a un Golpe de Estado de una Revolución?
Un Golpe de Estado es como un ajuste de cuentas en la cúpula del poder. Cambia la conducción de un Gobierno o Estado, pero no necesariamente las reglas del juego. Claro que hay golpes de Estado que tienen una clara vocación destituyente y refundacional, como es evidente en el caso del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile: no sólo se destituyó al gobierno de Allende y la Unidad Popular, si no que a todo un régimen constitucional construido en las décadas anteriores. Pero el sentido del Golpe de Estado obedece a la voluntad de quienes lo ejecutan: como señalamos antes, una operación de grupos reducidos de personas, detentadoras de distintas formas de poder, «desde arriba» del orden social que se hace del poder de manera abrupta y violenta.
Una Revolución es un proceso de creación o construcción de un nuevo orden social emergido desde las causas y contradicciones más profundas de una sociedad, teniendo un objetivo destituyente (destituir al orden existente) y constituyente (construir un nuevo orden social). En la perspectiva destituyente, y mirado desde el orden que se reemplaza, es una especie de terremoto o maremoto social, un proceso de transformación que destituye o derriba estructuras y normas de la sociedad, para construir una nueva desde nuevos cimientos. Es una fuerza imparable que surge desde las profundidades de la sociedad y lo transforma todo a su paso, y que significa el inicio de cambios irreversibles o de muy difícil reversión. En general, un proceso revolucionario inicia una nueva época histórica en la sociedad donde emerge y se consolida.
Con todo, hay también «zonas intermedias» entre ambos conceptos, pues puede haber un Golpe de Estado que desata una revolución, o bien, una revolución que es capturada por un Golpe de Estado:
Un golpe que desata una revolución. Un Golpe de Estado puede ser la chispa que enciende un proceso revolucionario mucho más amplio que el que los golpistas pretendían ejecutar en un comienzo, incluso habiendo casos donde el proceso revolucionario popular luego derroca a los golpistas.
Una golpe militar o insurrección militar fuertemente apoyada por las mayorías sociales. Puede darse el caso de una insurrección militar que tiene todas las características de un Golpe de Estado (operación orquestada por un grupo acotado de personas y dirigido «desde arriba») pero que en el camino decanta en una Revolución política y social apoyada por amplias mayorías sociales. Es, por ejemplo, el caso de las «juntas de transición» en el Sahel africano actualmente, con el emblemático caso del gobierno de Burkina Faso encabezado pro Ibrahim Traoré.
Una revolución que es secuestrada por un golpe: Un proceso revolucionario puede ser tan caótico que un grupo pequeño y organizado (como un partido político o una facción militar) puede dar un golpe dentro de la revolución para tomar el control y dirigirla. Un caso frecuentemente mencionado en este tipo de escenario es la Revolución de Octubre en los inicios de la Unión Soviética, cuando los bolcheviques detuvieron la realización de una Asamblea Constituyente y se hicieron del control del proceso revolucionario con el apoyo de importantes sectores sociales impulsores del proceso.
A modo de conclusión: ideas para la caracterización de la Revuelta Popular chilena de 2019-2020
La Revuelta Popular o Social en Chile de Octubre de 2019 y los meses que le siguieron, con particular fuerza hasta marzo de 2020 (cuando llegó el fenómeno global de la pandemia al país) tuvo una gran fuerza de convocatoria y movilización, logrando permanecer por meses aún con una dura y sistemática represión militar y policial en las calles. Fue un fenómeno descentralizado, sin liderazgos u organizaciones conductoras claras, aún cuando existiese, en especial al inicio, la articulación de organizaciones «Unidad Social». Sin embargo, no logró conquistas inmediatas ni logró derribar al gobierno constituido, a pesar de las graves y masivas violaciones a los derechos humanos que desató la represión, y la infracción a la propia Constitución en su actuar represivo. Su mayor logro fue iniciar un proceso de cambio constitucional que finalmente fue derrotado. Es decir, fue una Revuelta con alta intensidad y objetivos constituyentes, pero tales anhelos no consiguieron éxito en los sucesos posteriores (hasta el día de hoy).
Principalmente tras el «Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución» del 15 de noviembre de 2019, comenzó un lento camino de desarticulación y desmolización que terminó de cerrarse con la derrota en el plebiscito de salida del proceso constitucional que se convocó para darle respuesta a sus demandas, el 4 de septiembre de 2022. Entre esos dos hitos del proceso, en un momento se pensó en importantes sectores de la sociedad, el que el reemplazo de la Constitución de Pinochet de 1980 podía ser cambiado, pero tal como no pocos sectores advitieron desde un inicio, el «Acuerdo por la Paz la Nueva Constitución» contenía una serie de trampas explícitas (el quórum de dos tercios para la Convención Constitucional, el sufragio obligatorio en el plebiscito de salida) e implícitas (la continuidad del gobierno de Piñera y del disparejo escenario político y comunicacioal) que conspiraban contra el éxito del proceso.
El continuismo del gobierno de Gabriel Boric terminó de cerrar el proceso como una derrota, hasta hoy, de las demandas y objetivos que la Revuelta Popular logró poner en el espacio público y el proceso histórico chileno. El futuro dirá cuál fue el destino de esa enorme movilización popular, la más grande de pos dictadura, por ahora. Hoy por hoy, la capacidad que han mostrado las derechas por instalar sus narrativas frente al histórico proceso de movilizaciones de 2019-2020 y su proyección en el proceso de cambio constitucional, y la desarticulación e incapacidades de quienes lo impulsaron y participaron de él, dan cuenta de esa derrota y aprendizaje para lo venidero.