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Violeta Parra, la autora, cantora y artista referencial de la cultura popular en un nuevo aniversario de su natalicio

Un 4 de octubre de 1917, en la localidad de San Carlos, Ñuble, nacía Violeta del Carmen Parra Sandoval. Más de un siglo después, su figura se agiganta como la de una de las creadoras fundamentales del siglo XX chileno, una artista total cuyo trabajo de recopilación, creación y difusión sentó las bases de lo que hoy entendemos como cultura popular chilena. Violeta no solo recopiló folclore; lo politizó. Sus décimas autobiográficas, consideradas una de las grandes obras de la literatura chilena, son un testimonio crudo de la explotación de los sectores populares. Canciones como “Ya no permite el patrón que trabajemos a medias” o “¿Qué dirá el Santo Padre?” —una abierta crítica a la jerarquía eclesiástica— evidencian su conciencia de clase y su postura anticlerical. Su trabajo no era meramente documental, sino un arma de denuncia, lucha, y concientización popular.

Violeta Parra fue, ante todo, una luchadora, trabajadora e investigadora incansable. Acompañada solo de su guitarra y un grabador, emprendió una labor de recopilación cultural sin precedentes, recorriendo campos y pueblos para rescatar del olvido centenares de cantos, décimas y tradiciones. Este trabajo, materializado en su fundamental antología sobre la música popular no fue solo un acto de preservación cultural, sino la materia prima con la que plasmaría un nuevo lenguaje artístico y cultural que dejó huellas imborrables en Chile con repercusión también en otros países de nuestra América.

Su genio consistió en fundir la tradición recopilada con una potente voz autoral. Canciones como «Gracias a la Vida», «Volver a los 17» y «La Jardinera» son ejemplos de esta síntesis: poseen la profundidad de lo ancestral y la modernidad. Este fue el germen del movimiento «La Nueva Canción Chilena», semillero de artistas como Víctor Jara, Patricio Manns, Quilapayún e Inti-Illimani, que definiría el sonido de toda una época.

Su rebeldía creativa no se limitó a la música. Como artista visual, sus arpilleras, óleos y esculturas en alambre llevaron la fibra popular y la narrativa social a las galerías, culminando en una exposición individual en el Louvre en 1964 —siendo la primera latinoamericana en lograrlo—, un hito que proyectó la cultura chilena en el escenario global.

Su legado es el de una fundadora. Antes de Violeta, el folclore era visto en la escena artística como algo rural y estático. Su obra fue un aporte fundamental para una música popular ya considerada como una fuente viva y dinámica para la creación contemporánea en nuestro país. Poeta, cantautora, investigadora y artista plástica, su obra multifacética es un pilar de la identidad nacional y popular chilena.

El contenido político de la obra de Violeta Parra

Su exilio cultural en Europa no la convirtió en una artista de salón. Al contrario, fue la primera latinoamericana en exponer individualmente en el Louvre con sus arpilleras y óleos, pero no para buscar el reconocimiento de la élite, sino para llevar el arte popular —el de los oprimidos— al centro mismo del campo cultural occidental, desafiando sus parámetros y demostrando que el arte “primitivo” contenía una profundidad conceptual y política ausente en gran parte del arte académico institucionalizado.

Fundadora de la Nueva Canción Chilena, su influencia fue directa en artistas como Víctor Jara, Patricio Manns, Inti Illimani, o Quilapayún, entre otros, quienes llevarían su bandera de arte comprometido hasta los años del gobierno de la Unidad Popular. Su legado se convirtió, inevitablemente, en un símbolo de resistencia durante la dictadura de Pinochet, o más recientemente, de la música que acompañó al Estallido y Revuelta Popular de 2019-2020.

Más que una artista multifacética, Violeta Parra fue una intelectual orgánica. Investigó, sistematizó y reinventó la cultura popular no como una reliquia del pasado, sino como un proyecto de futuro. Su famosa frase, “Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz, canto por la necesidad que es mi propio corazón”, sintetiza su método: el arte como imperativo ético y político.

A 108 años de su nacimiento, en un contexto de profundas desigualdades, su obra reclama vigencia. Nos recuerda que la cultura es un campo de batalla y que la canción, el poema o la arpillera pueden ser, ante todo, instrumentos de lucha y memoria para transformar la realidad.


Cantar con Sentido, una biografía de Violeta Parra – Cortometraje Completo


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