Las mentiras y manipulaciones de «The New York Times». A propósito de sus últimas acusaciones sobre el caso de Ronald Ojeda

A lo largo de su historia, The New York Times (NYT) ha enfrentado críticas y ha reconocido «errores» en no pocas de sus publicaciones, especialmente en casos más «calientes» de la escena estadounidense e internacional. Aunque es considerado uno de los periódicos más respetados del mundo, estas polémicas relacionadas con la publicación de información falsa, tendenciosa o inexacta, y de sus vínculos con el aparato político, militar e imperialista de Estados Unidos y sus operaciones de inteligencia, cuestionan gravemente su deteriorado prestigio. En el marco de las investigaciones acerca del caso del ex militar venezolano Ronald Ojeda, nuevamente aparece el NYT con una nota firmada por los periodistas Jack Nicas, Pascale Bonnefoy y John Bartlett, en el que se hacen eco de las declaraciones e insinuaciones de autoridades chilenas como la fiscalía y su réplica por la Ministra del Interior Carolina Tohá. Se trata de una habitual operación de «confirmación circular» en la que unos citan a otros y los otros a los unos, y lo «informado» se presenta como veraz a pesar de su falta de pruebas sustantivas que respalden lo que se está afirmando.
La nota de NYT «El gobierno de Nicolás Maduro es acusado de una nueva y sombría táctica» no contiene más pruebas que las declaraciones antes dichas: Carolina Tohá, Ministra del Interior del Gobierno de Gabriel Boric, y Héctor Barros, de la Fiscalía de Chile (entidad fuertemente cuestionada en su objetividad e independencia en el caso de chats y audios de Luis Hermosilla).

Y de hecho no asevera nada de manera categórica, pero de todos lodos, logra el efecto deseado: decenas de notas de medios que le siguen «confirman» sus interesadas conjeturas con la nota del medio estadounidense. Como se ha demostrado en numerosas ocasiones, esta operación de desinformación es más una de las tantas formas del «poder blando» estadounidense y capacidad de moldear la opinión pública de numerosos países con su influencia mediática y comunicacional.

Aquí algunos casos destacados en los que tal tipo de operaciones ha sido cuestionada y desmantelada:
Reportaje sobre supuesto taller de producción de fentanilo en México (2025)
En enero recién pasado, un cuestionado reportaje titulado «Así es un laboratorio de fentailo del Cártel de Sinaloa» mostraba a unos supuestos productores de la droga en la ciudad mexicana, en una humilde cocina y con personas que no utilizaban mayores medidas de protección.
El reportaje fue cuestionado desde la propia Presidencia de México, Claudia Sheinbaum, quien públicamente interpeló junto a especialistas en la materia al diario a corroborar mejor las informaciones que entrega, pues no hay posibilidad alguna que el fentanilo pueda producirse de la forma en que mostraban las fotografías y videos adjuntados en el reportaje de NYT.
La controversia se dio en el marco de las agresivas declaraciones del nuevo presidente de Estados Unidos en su segundo mandato, Donald Trump, y sus amenazas de autorizar la intervención directa de agentes estadounidenses en territorio mexicano para la supuesta «guerra contra el narcotráfico».
Acusación falsa de fraude electoral de Gobierno de Evo Morales y desestabilización y Golpe de Estado en Bolivia (2019)
Durante el 2019, el NYT publicó una serie de reportajes y notas que tenían como denominador común el apuntar en distintas aristas y temáticas contra el Gobierno de Evo Morales en Bolivia. En el marco de las elecciones de ese año, el NYT se plegó con entusiasmo a la divulgación de la «información» de un supuesto fraude electoral cometido por el Gobierno de Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS), acusación en la que otra actoría clave fue la Secretaría General de la OEA, Luis Almagro.
Posteriormente la cuestión de un supuesto fraude electoral fue despejada por la absoluta falta de pruebas acerca de tal denuncia, y de hecho, el mismo New Yok Times terminó publicando un reconocimiento de que había entregado informaciones erróneas sobre la materia en junio de 2020, más de medio año después de los hechos. Pero el daño ya estaba hecho: se había impuesto un cruento Golpe de Estado encabezado por Jeanine Áñez, el que cometió desde el día 1 una serie de represiones y violaciones de derechos humanos que incluso tuvieron que ser reconocidas por las instancias interamericanas e internacionales, como ocurrió con las masacres de Sacaba y Senkata.
Quema de «ayuda humanitaria» en la operación de desestabilización contra Venezuela (2019)
En febrero de 2019, la conocida operación de desestabilización e intento de invasión sobre territorio venezolano desde Cúcuta, Colombia, tuvo un suceso ampliamente difundido por la prensa internacional: la supuesta «ayuda humanitaria» que se había dirigido desde Colombia, al intentar ingresar sin autorización por uno de los puentes que une ambos territorios, fue acompañado de cientos de personas que con violencia intentaron bandalizar y romper el cerco policial puesto por el Gobierno de Venezuela.
En la trifulca que duró por horas, uno de los camiones supuestamente cargados de «ayuda humanitaria» fue incendiado por una de las tantas bombas molotov que lanzaron los «guarimberos» contra la policía venezolana, imágenes que fueron masivamente difundidas en las coberturas de la prensa internacional y medios de un sinnúmero de países, con la acusación de que «el régimen de Maduro estaba quemando la ayuda humanitaria», cuestión que desde ese mismo día fue mostrado como algo falso, en las coberturas de medios como teleSUR y prensa alternativa a la dominante.
Sólo a los 14 días después, el NYT reconoció que efectivamente se había tratado de una bomba molotov lanzada por los propios opositores «guarimberos» al camión, que por lo demás, tenía más elementos de combate callejero que de «ayuda humanitaria».
Informes sobre supuestas Armas de Destrucción Masiva en Iraq (2002-2003)
El NYT, junto con otros medios, publicó informes que respaldaban la afirmación del gobierno de EE.UU. de que Irak poseía armas de destrucción masiva (ADM). Estas informaciones se basaron en gran medida en fuentes gubernamentales y no fueron suficientemente verificadas.
Tras la invasión de Irak en 2003, se descubrió que no había Armas de Destrucción Masiva. El NYT publicó una nota editorial en 2004 reconociendo que sus reportajes habían sido defectuosos y que no habían cuestionado adecuadamente las fuentes oficiales y sus supuestos «informantes».
El lavado de imagen del Genocidio del ente sionista en Gaza
EL NYT ha sido uno de los tantos medios que han realizado un sistemático «lavado de imagen» al Estado de Israel, realizando coberturas a los sucesos en Palestina que se alinean con las narrativas del gobierno israelí.
En semanas recientes, Owen Jones desmontó estas operaciones de manipulación informativa a partir de una nota de NYT que distorsionaba los resultados de la investigación de israelí-palestino +972 sobre la autorización de los crímenes de guerra en los bombardeos indiscriminados del ente sionista sobre población palestina.
El caso de la «Agenda Trump-Rusia» (2016-2019)
Durante la investigación del supuesto vínculo entre la campaña de Donald Trump y el Gobierno de la Federación Rusa, el NYT publicó varias notas que sugerían una conexión directa. Algunas de estas informaciones se basaron en fuentes anónimas y fueron criticadas por ser especulativas o exageradas.
Aunque el NYT defendió su cobertura, las críticas argumentaron que el periódico mostró un sesgo anti-Trump y que algunas de sus historias no se sostuvieron con el tiempo. El «Informe sobre la investigación de la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016» del Congrso estadounidense conocido como «informe Mueller» no encontró evidencia de una conspiración entre Trump y Rusia, lo que llevó a cuestionamientos sobre la exactitud de algunas publicaciones. Este caso, junto al de ocultamiento de la veracidad de la laptop y correos de Hunter Biden, fueron ampliamente utilizados como armas de campaña por Trump y el trumpismo señalando en notorio sesgo de la prensa dominante vinculada principalmente al Partido Demócrata.
El caso del laptop y correos de Hunter Biden y la «Carta de la CIA» (2020)
En octubre de 2020, el NYT publicó un reportaje que cuestionaba la autenticidad de la laptop y los correos electrónicos de Hunter Biden, hijo de Joe Biden envuelto en un sinnúmero de escándalos de corrupción y delitos varios, además de su protagónica participación en Ucrania por medio de la empresa «Burisma». El medio «New York Post» (relacionado con el Partido Republicano) había publicado una serie de notas sobre el contenido de esta información, y el NYT y The Washington Post (ambos enlazados con el Partido Demócrata) negaron la veracidad de las informaciones que circulaban sobre diversos aspectos de la vida del hijo de Joe Biden, sugiriendo que su develación podría ser parte de una operación de propaganda y desinformación rusa. Esta cobertura fue criticada por no haber investigado adecuadamente los hechos y por basarse en una carta de exfuncionarios de la CIA que luego fue cuestionada.
La laptop y los correos electrónicos resultaron ser auténticos, y el NYT y The Washington Post fueron señalados por la parcialidad en su cobertura para proteger la campaña de Joe Biden, siendo conocida la relación entre ambos medios con el «Partido Demócrata» estadounidense.
Caso de la «Masacre de Racak» (1999)
El NYT publicó informes que respaldaban la narrativa de que las fuerzas serbias habían cometido una masacre en Racak, Kosovo, lo que contribuyó a justificar la intervención de la OTAN. Sin embargo, investigaciones posteriores sugirieron que la situación fue más compleja y que no estaba claro si se trató de una masacre deliberada, un enfrentamiento, o una operación de escenificación y bandera falsa. Con posterioridad, se documentaron ampliamente los graves crímenes del «Ejército de Liberación de Kosovo» (ELK), además de una serie de operaciones de escenificación y ocultamiento de la verdad en torno a las guerras en la ex Yugoslavia en los años 1990s.
El caso ha sido objeto de debate desde entonces, existiendo la crítica de que el NYT no cuestionó adecuadamente la narrativa oficial en ese momento, presentándolas como hechos indiscutibles, narrativa que junto a la de otros medios generó la validación mediática para el bombardeo de la OTAN y la culminación de la desintegración de la ex Yugoslavia, además de la instalación de un enclave militar en el para estos efectos creado Estado de Kosovo, cuya legitimidad y reconocimiento internacional sigue discutiéndose.
El caso de Jayson Blair (2003)
Jayson Blair, un periodista del NYT, fue descubierto fabricando y plagiando información en más de 30 artículos. Blair inventó citas, escenarios y detalles en sus reportajes, lo que llevó a una crisis de credibilidad para el periódico.
El escándalo llevó a una revisión interna y a la renuncia de varios editores, incluido el director ejecutivo, Howell Raines. El NYT publicó una extensa disculpa y un informe detallado sobre los errores cometidos
Video en inglés del medio estadounidense «Second Thought» (se pueden activar subtitulos automáticos en español)