Siete tesis sobre los levantamientos de la Generación Z en el Sur Global. Por Vijay Prashad

Fuente: Tricontinental. Por Vijay Prashad.
Queridas amigas y amigos,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Los muros de Santiago, la ciudad donde vivo en Chile, conservan los grafitis descoloridos del estallido social de 2019. Años después, esas consignas aún se desbordan por las veredas, desde “Nos quitaron tanto que nos quitaron hasta el miedo” hasta “No son 30 pesos, son 30 años”. Ambas consignas aluden a los 30 años de austeridad neoliberal impuesta al pueblo chileno, que incluyeron un alza de 30 pesos en el precio de los boletos de metro y recortes profundos en el sistema de bienestar social del país.
El estallido fue liderado por estudiantes de secundaria nacidxs entre los años 2001 (18 años) y 2005 (14 años), que forman parte de la Generación Z o “Gen Z”. Sin embargo, este término impuesto al mundo por los grandes medios de comunicación a menudo borra la complejidad social y la especificidad nacional de estas rebeliones. Aun así, vale la pena explorar este término y el concepto de “generación”.
Las protestas en Chile, que eventualmente atrajeron a todos los grupos de edad y deslegitimaron al gobierno de derecha de Sebastián Piñera, no fueron un caso aislado. Las personas jóvenes nacidas en esta época lideraron protestas en todo el mundo, incluidas movilizaciones masivas contra una violación grupal en Delhi, India (2012); la campaña March for Our Lives [Marcha por Nuestras Vidas] contra la violencia armada en Estados Unidos (2018) y la campaña Fridays for Future [Viernes por el Futuro] contra la crisis climática (2018), iniciada por la activista sueca Greta Thunberg (nacida en 2003 y recientemente torturada por el Gobierno israelí). El estallido chileno fue seguido por la huelga nacional en Colombia en 2021, la Aragalaya [lucha] en Sri Lanka en 2022 y el auge de las protestas en Nepal a comienzos de este año, que culminó con la renuncia del Gobierno de centroderecha. En todos estos casos, lo que comenzó como una indignación moral ante un hecho concreto se transformó en una crítica a un sistema incapaz de garantizar la reproducción de la vida para la juventud.

El concepto de generación fue desarrollado hace un siglo por el académico alemán Karl Mannheim en su ensayo El problema de las generaciones (1928). Para Mannheim, una generación no se definía por la época en que había nacido un grupo, sino por su soziale Lagerung [ubicación social]. En términos políticos, una generación surge cuando experimenta cambios rápidos y disruptivos que la llevan a reencontrarse con la tradición a través de nuevos Kulturträger [portadores culturales], personas e instituciones que transmiten la cultura y se convierten en una fuerza activa para el cambio social. Esto dista mucho de la manera en que, después de la Segunda Guerra Mundial, las generaciones se transformaron en una tipología de mercado (baby boomers, Generación X, Generación Y, etc.). Mannheim concebía a las generaciones como fuerzas para el cambio social, mientras que la cultura neoliberal las redujo a “segmentos” dentro de sus estrategias de creación de marcas.
El término Gen Z se ha utilizado en descripciones de protestas que tienen lugar desde Los Andes hasta el sur de Asia, donde la juventud, frustrada por las limitadas posibilidades de avance social, salió a las calles para rechazar un sistema fallido. Algunos elementos de la teoría de Mannheim se manifiestan en estos procesos. Es cierto que las fuerzas imperialistas intervienen con frecuencia para provocar y moldear estas protestas, pero sería inexacto considerarlas únicamente como el producto de una intervención externa. Existen factores sociológicos internos que deben analizarse para comprender estas “protestas de la Generación Z”. Muchas de ellas son impulsadas por una serie de procesos superpuestos que emergen del contexto nacional, y a la vez están condicionadas por la coyuntura internacional. En este boletín, proponemos siete tesis para comenzar a comprender estos desarrollos y quizás canalizarlos en una dirección progresista.

Tesis uno. En el Sur Global existe una explosión demográfica juvenil: la edad media es de 25 años y las personas en estas sociedades jóvenes son víctimas de severas políticas de endeudamiento y austeridad, catástrofes climáticas y guerras permanentes. En África, la edad media es de 19 años, más baja que en cualquier otro continente. En Níger, la edad media es de 15,3 años. En Mali, de 15,5 años. En Uganda y en Angola, de 16,5 años y en Zambia, de 17,5 años.
Tesis dos. La juventud en el Sur Global está frustrada por el desempleo. El neoliberalismo ha debilitado la capacidad estatal, dejando muy pocas herramientas para abordar este problema (lo que ha dado lugar a demandas como la apertura de oportunidades de empleo en el sector público, en el caso del movimiento de Reforma de las Cuotas en Bangladesh). La juventud educada con aspiraciones de clase media no puede encontrar trabajo adecuado, lo que lleva al desempleo estructural o a un desajuste de habilidades. Existen varias expresiones coloquiales para los tipos de trabajos precarios que se ofrecen: en Argelia, hay un término, hittiste para las personas desempleadas que toma del árabe (hayt, “muro”) y lo mezcla con una terminación del francés y quiere decir “quienes se apoyan en la pared para sostenerla”.
Durante la década de 1990, el sistema universitario se expandió y privatizó, lo que significó que se abrieron las puertas, mediante el pago de una tarifa, a grandes sectores que luego se convertirían en la Generación Z. Son hijas e hijos de las clases medias y medias-bajas, pero también de la clase trabajadora y de familias campesinas que habían logrado ascender socialmente. La Generación Z es la generación más educada de la historia, pero también es la más endeudada y subempleada. Esta contradicción entre aspiración y precariedad produce un gran resentimiento.
Tesis tres. Las personas jóvenes no quieren tener que migrar para tener una vida digna. En Nepal, lxs jóvenes manifestantes coreaban contra la compulsión hacia la migración económica: “Queremos trabajos en Nepal, no queremos tener que emigrar por trabajo”. Esta compulsión por migrar provoca vergüenza sobre la propia cultura y una desconexión de la historia de las luchas que han dado forma a la sociedad. Hay casi 168 millones de trabajadorxs migrantes en el mundo. Si fueran un país, serían el noveno más grande del mundo, después de Bangladesh (169 millones) y por sobre Rusia (144 millones). Entre ellxs se encuentran lxs trabajadorxs de la construcción nepaleses en los estados del Golfo y lxs trabajadorxs agrícolas andinxs y marroquíes en España. Envían remesas que sostienen el consumo de los hogares en sus países. En muchos casos, las remesas totales (que ascendieron a USD 857.000 millones en 2023) son mayores que la inversión extranjera directa (como en el caso de México). El desarraigo social, la línea de color internacional del trabajo y el maltrato hacia lxs migrantes, incluido el desprecio por sus títulos académicos, hacen que la ilusión de migrar sea casi nula.

Tesis cuatro. Los grandes agronegocios y las empresas mineras han intensificado su ofensiva contra lxs pequeñxs agricultorxs y trabajadorxs agrícolas (el incentivo para la rebelión campesina en India). La juventud de estas clases, harta del sufrimiento rural y radicalizada por las luchas a menudo frustradas de sus progenitores, se traslada a las ciudades y luego al extranjero en busca de trabajo. Llevan su experiencia del campo a las ciudades y a menudo son la columna vertebral de estos movimientos de protesta.
Tesis cinco. Para la Generación Z, el problema del cambio climático y la crisis ambiental no son una abstracción, sino una causa directa de proletarización a través del desplazamiento y las crisis de precios. Las comunidades rurales son testigos de cómo los glaciares se derriten y las sequías e inundaciones golpean precisamente las zonas donde las cadenas de suministro “verdes” del imperialismo buscan recursos como litio, cobalto e hidroelectricidad. Comprenden que la catástrofe climática está directamente relacionada con su incapacidad de construir un presente y mucho menos un futuro.
Tesis seis. La política institucional es incapaz de abordar las frustraciones de la Generación Z. Las constituciones no reflejan la realidad y los poderes judiciales, incapaces de responder ante nadie parecen vivir en otro planeta. La principal interacción de esta generación con el Estado es a través de burócratas sordos y una policía militarizada. Los partidos políticos están paralizados por el consenso de austeridad y endeudamiento impuesto por Washington y las organizaciones no gubernamentales se concentran en problemas individuales en lugar del sistema en su conjunto.
Los antiguos partidos de liberación nacional han agotado en gran medida su agenda o la han visto destruida por la austeridad y la deuda, dejando un vacío político en el Sur Global. “Deshacerse de todxs” es una política que desemboca en un giro hacia influencers de redes sociales (como el alcalde de Katmandú, Balen Shah) que no provienen de la política partidaria y que a menudo utilizan sus plataformas para predicar un evangelio de antipolítica y resentimiento de clase media.
Tesis siete. El auge del trabajo informal ha creado una sociedad desorganizada, sin esperanza de compañerismo de la clase trabajadora ni de pertenencia a organizaciones de masas como los sindicatos. La uberización de las condiciones laborales ha generado una informalidad de la vida misma, donde la persona trabajadora está alienada de todas las formas de conexión.
La relevancia de las redes sociales crece con el incremento de la informalidad, ya que internet se convierte en el principal medio para la transmisión de ideas, sustituyendo los modos más antiguos de organización política. Es tentador pero inexacto sugerir que las redes sociales son en sí mismas una fuerza impulsora detrás de esta ola de protestas. Las redes sociales son una herramienta de comunicación que ha permitido una difusión de sentimientos y tácticas, pero no la condición para que surjan esos sentimientos. También es importante señalar que internet es una herramienta para la extracción de plusvalía, las personas trabajadoras de plataformas, o trabajadorxs temporales, son disciplinadas por algoritmos que las impulsan a trabajar cada vez más duro por un salario cada vez menor.

Las siete tesis anteriores intentan esbozar las condiciones que han provocado los levantamientos de la Generación Z en el Sur Global. Estos estallidos han sido en gran medida urbanos, con pocas indicaciones de que hayan involucrado al campesinado y a lxs trabajadorxs rurales. Además, las agendas de estas protestas rara vez abordan las crisis estructurales a largo plazo en los países subdesarrollados. Para ser directos, la política típica de los levantamientos de la Generación Z conduce al abismo del resentimiento de clase media.
Estas protestas a menudo son, como en Bangladesh y Nepal, cooptadas por fuerzas sociales arraigadas que se hacen eco de las voces de la calle y desarrollan una agenda que beneficia los intereses de los financistas occidentales. No obstante, estos levantamientos no pueden ser descartados: su frecuencia solo aumentará debido a los factores que hemos esbozado. El desafío para las fuerzas socialistas es articular los agravios genuinos de la Generación Z en un programa que exija una mayor parte del excedente social y utilice ese excedente para mejorar la inversión neta fija y transformar las relaciones sociales.
Cordialmente,
Vijay
Fuente: Tricontinental.






